Recordando viejos y dolorosos tiempos

Un par de años antes de volver a NY, < la ciudad que nunca duerme > había postergado mi regreso porque aquella ciudad me traia bellos, pero dolorosos recuerdos. Sin embargo debía luchar contra mis propios demonios y superar de una vez por todas la ansiedad y el dolor que me producía cada rincón, hasta la más mínima parte de la urbe me taladraba el cerebro hacíendome sentír insoportablemente incómodo; pero estaba decidido y ya no había marcha atrás.

Cuando salí de la habitación de mi lujoso hotel y puse un pié sobre el asfalto, lo supe... Supe que todo sería dferente <¡tenía que serlo, demonios!> metí las manos a la bolsa de mi gabardina y caminé con paso lento, mirando al piso, sin ningún rumbo aparente, llegaría hasta donde mis piés quisiesen llevarme.