Un Extraño Encuentro

Mi nueva residencia me proporcionaba la capacidad de conocer diversos sitios de interés y distracción. Estuve vagando por varios minutos, de tienda en tienda, curioseando como típico turista. La ciudad era muy populosa, no como la pequeña ciudad de mi país natal hungría. Aquí se podia ver gente de todas las nacionalidades y estratos sociales, desde los más humildes hasta los más poderosos.

Hacía algo de frío por las calles y ya me había cansado de vagar sin ninguna dirección aparente, así que cuando mi estómago protestó, me dí cuenta que ya era algo tarde y que no había probado nada de alimento. Paré mi marcha y observé lo que restaba de la calle, justo a pocos metros había un café.

<< Justo lo que necesito >>


Entré, el lugar estaba acojedor por lo que había algo de gente y el capitán de meseros estaba bastante ocupado, y no reparó en mi presencia. Estuve parado varios minutos y nadie se acercó a atenderme, y yo desesperaba... Hasta había optado por retirarme cuando entró otro sujeto, se paró justo a lado mío y su aroma llegó directo a mi naríz. << Loción fina>> si, tenía toda la pinta de ser un ricachón neoyorkino.

-Señorita el joven y yo tenemos rato esperando podria darse prisa por favor - dijo y me sonrió, yo le correspondí, parecía agradable.

-Espero que a tí te hagan mas caso que a mí. Muero de hambre.

Definitivamente "el" sabía el oficio, algo me dijo que no era cualquier persona, mi estómago se lo agradecería y más cuando me invitó a compartir la mesa, habría tenido que esperar mucho tiempo de pie si no hubiera aceptado su jugosa oferta. Ambos tomamos asiento.

-Gracias por ayudarme - le dije y estiré mi mano para presentarme - Sadreth Rousz, un placer.

El aceptó el saludo y cuando toqué su mano me dejó helado -"literalmente"-, pues su temperatura corporal era extraña.

Por más que había tratado de no tener "acento" al hablar no lo habia conseguido, asi que no tuve más remedio que decirle que era húngaro, exactamente de Budapest.

-En hungría también hace un frio de... Mucho. No es nada comparado con la gran manzana claro, aquí es... diferente.

El me estaba mirando meticulosamente, como si estuviera estudiando cada uno de mis gestos.

-Eh, y dime Brian ¿vives en NY o solo estás de paso?

Extrañaba mi hogar, pero el sólo hecho de recordar el porqué estaba huyendo, me hizo regresar a la realidad... Ahora fue mi turno de observarlo, si, definitivamente era un hombre de mundo y por como vestía debía ser algún personaje importante, de negocios, nada que ver en lo que yo me gastaba el tiempo. Mientras el comía ( al igual que yo) lo imaginé por un momento en fundado en un arnés, con zapatos y equipo de escalada. No pude dejar de escapar una sonrisa, pero el lo notó y me preguntó el porqué de la risa.

-Nada importante, sólo recordé algo... Parece que tu comida está deliciosa.

Me acercó el emparedado y sentí algo de vergüenza, no lo había dicho porque realmente estuviera muríendome de hambre, sino porque no encontré otra cosa más inteligente que decir, pero de todos modos le dí las gracias y acepté.

-Soy un tipo al que le gusta viajar, conocer lugares... La espeleología es mi máximo, ya sabes... Descubrir y explorar cavernas... - le di un par de mordidas más al emparedado- Y respecto a mi nombre, mi madre lo escogió para mi ¿raro no? por eso sólo me gusta Reth, corto y sin llamar demasiado la atención.

-¿Sabes Brian? deberías intentarlo, es increíble lo que uno puede encontrar... Te llevas cada sorpresa. He estado a punto de morir un par de veces, pero lo volvería a hacer, la adrenalina que corre por tu cuerpo es indescriptible... Yo nací para ésto... Creo que no podria estar sentado en una oficina como tú viendo caer los dólares a raudales, de todos modos cuando quieras puedo darte un tour gratis - le guiñé un ojo tal y como había hecho conmigo - Dime ¿la vida de la publicidad es tan emocionante? o prefieres la socialité... Baile, bebidas... sexo.

-Oh vaya asi que te ganas la vida explotando el morbo de la gente, wow, pero sabes tu negocio, el sexo vende y vende muy bien ¿qué seria de la vida sin los placeres de la carne? - terminé mi emparedado e hice el a un lado para recargar mis brazos sobre la mesa, no era ético, pero así me encontraba más cómodo. -Estoy libre todos éstos días, ojala que el dueño de la compañía pueda darse una escapada, la pasaríamos bien... Un poco de aire fresco, sin embotellamientos... Una verdadera aventura. No te arrepentirías... Y después... a ver que sucede

La camarera lllegó para llevarse los platos sucios y Brian la miró molesto.

El pidió un pie de zarzamora y guardó silencio un par de minutos jugueteando con un mondadientes, ( se veia sexy ) finalmente asintió. Aceptaria la oferta. -Estoy seguro que lo pasaremos bien - saqué una pequeña libreta de mi mochila de viaje - Te daré mi número celular. - apunté y se lo entregué en su mano. -No importa la hora que sea... Vivo solo no habrá nadie que se moleste por eso...

La gente ya estaba abandonando el lugar, el tiempo había pasado rápido y no me había dado cuenta. La plática había sido agradable.

-Podría irme, podría quedarme, eso depende... - lo miré diciéndole mucho con ése simple hecho -Como ya sabes soy nuevo y no conozco muy bien por aquí, si tu sabes de un lugar... donde podamos seguir platicando y conocer más el uno del otro... te lo agradeceré infinitamente.

Estaba siendo descarado lo reconocía, pero tenía que arriesgarme, el tipo era jodidamente atractivo y dejarlo ir como agua entre los dedos no me parecía una buena idea.