Mi Paciente Favorita

Decidí pasar por mi hermana después de un día de escuela y entrenamientos largos. Pensé que seria bueno, seguramente ella también estaba agotada, hacia tanto por sacarnos adelante y aunque yo ganaba algo por los toquines de la banda no era suficiente para ayudarla.
Bajé del auto y subí al ascensor. Saludé al buen amigo Chris quien me indicó que mi hermana estaba en la habitación de su paciente consentida. Claro la chica de la que tanto hablaba, la del coma y sin familia a la que tanto le gustaba cuidar, tenía curiosidad por la chica. Llamé a la puerta.
Entré y estaba leyendo un libro a la mujer recostada en la cama.

Me miró molesta cuando vio la cara que puse, pero en verdad yo no veía como esa chica podría escucharme, poner atención si estaba en coma, en fin.
Tomé el libro que me entregó mi hermana antes de salir, y por primera vez observé a la chica que tanta curiosidad ocasionaba en mi, ella era muy linda.
Pálida muy blanca como el color de la nieve me atreverá a decir, su pelo era rubio y lacio lo tenía muy bien peinado seguro Nat tenía algo que ver en eso, lo que llamó más aun mi atención fue lo indefensa que se veía allí durmiendo, tan tranquila. Cómo podían existir tipos en el planeta que lastimar personas como esta pequeña chica indefensa que yacía en la cama.
Leí el titulo del libro “La bella durmiente” Nat y sus cosas rosas románticas. Comencé a leer estaba en una parte interesante justo cuando el príncipe va a besar a la chica, demonios si los chavos de la banda me ven me dirán de tantas maneras, en fin seguí leyendo miré a la chica de reojo, ahora que lo pensaba se parecía a ella.

Estaba inmiscuido en la lectura en verdad estaba buena esta novela cursi rosa, y tendiendo al lado a la chica que me imaginaba como la protagonista de la historia era más interesante, nisiquiera me di cuenta que ya estaba oscuro hasta que leí la palabra “y vivieron felices por siempre” como si en la vida existieran historias rosas y cursis a tal grado.

Había tardado mucho en volver Nat, era tarde tendía montañas de tarea que me esperaban, en fin. Miré nuevamente a la chica una bella durmiente que no despierta, qué pasa seria de la historia rosa sino despierta la princesa protagonista, sería una historia hueca y vacía.

Me quedé mirando a la chica del cuento que no despertaría pobre, aunque a decir verdad no sabia si seria lo mejor para ella dormir, ya que al despertar nadie a esperaba, lastima no vería culminar el cuento en su caso. Nat tardaba tanto.
-Nat tarda tanto-dije platicando con la chica, solté una carcajada-genial ahora ya estoy hablando contigo ¿por qué crees que tarda mi sister? Por lo menos estoy bien acompañado, en fin-me acerqué a la silla de nuevo y miraba a la chica tratando de imaginar como se vería con vida y no postrada en una cama, toqué su mano era tibia eso era una de las cosas que decían que aun tenía vida.
Me recargue en la cama y me perdí en un estúpido sueño relacionado con la comedia rosa que leí y la chica de la cama.

Sus labios sabían a menta cuando por fin después de la gran misión los pude probar, vencía la bruja y corrí hasta ella, besé sus dulces labios carnosos que tanto antojo provocaban en mí. Ella despertó, abrió los ojos eran de un verde intenso, y su transparencia calaba hondo, mejor de lo que la había imaginado.
Ahora quería de nuevo besarla, pero ella volvió a cerrar los ojos y se quedo dormida de nuevo, la besé una dos tres veces y nada llegue demasiado tarde y el hechizo no se rompió.
Desperté en ese instante, estaba al lado de la chica, quien dormía tan campante. Nada más me pasaban esto a mi un sueño cursi.

Mi hermana llegó y estaba feliz de ver que la obedecí en lo que pidió eso era bueno.
-Sister vámonos fue demasiado hospital para mi por hoy, además la chica D debe estar harta de escuchar mi voz, vamos a descansar-la miré una vez más descansar, la autentica princesa del cuento dormida que talvez nunca despertaría, condenada a una vida triste en una cama cuando debería vivir.
Iba manejando a casa Nat estaba muy cansada. Cuando llegamos decidí adelantar algo de la tarea lo bueno de la carrera de música es que no hay que hacer mucha tarea simplemente estudiar y componer solo que al palabra tarea siempre me aterraba y al veía como montones y montones de quehacer.
Me quedé dormido y el mismo sueño volvió esto ya era una verdadera pesadilla en fin tendría que pasar.

Mis clases terminaron pronto y debido a que era lunes no había entrenamiento del equipo, ahora tenía que buscar en que entretenerme el resto del día, podría dormir la verdad no pegue ojo la noche anterior por esa constante pesadilla repetitiva, mi foco interior encendió, ya sabia que podía hacer.
Tomé mis cosas y me dirigí al hospital tenía curiosidad de ver a la chica de la historia. Llegué a hurtadillas a la habitación que lucía tan vacía. D seguía durmiendo tan tranquila y placidamente como la bella durmiente, demonios debía comenzar a quitarme ese nombre de mi cabeza.
Al lado de ella en la mesita estaba un libro Romeo y Julieta, mi hermana y sus novelas rosa, en fin decidí sentarme y leer un rato.
-Hola D espero que estés bien este día, Nat decidió que toca Romeo y Julieta así que aquí vamos-comencé a leer por un largo rato, cuando escuchaba ruidos me escondía tras una cortina que había cerca no quería que me sorprendieran así.
Cuando vi que ya era tarde decidí levantarme, deje el libro en la mesa lateral y me fui procurando no toparme con alguien conocido.

Todos los días ya era una costumbre. Estaba medio obsesionando con que D durmiente despertara, y ver si tenía los ojos color verdes de mi sueño.
Iba a clase, terminaban las practicas y me escabullía aunque sea una hora para leerle, estaba escuchando como le narrábamos el mismo libro mi hermana y yo pero no desea informarle a Nat lo que hacia en las tardes, y a mis amigos menos.

Los fines de semana eran día intocables por ls toquines con la banda, así qeu esos días no me podía aparecer en el hospital. Después de unos libros repetidos se me ocurrió comprar otros para no repetir lecturas con mi hermana, así que D escuchaba narraciones casi toda la tarde, en fin, era interesante ir allí todas las tardes, leer y hasta contar una que otra anecdota, una manera de desahogo.