Celebrándote

Sabía que después de aquél tormento que habíamos pasado de si nos divorciábamos o no, todo había sido espantoso pero ahora todo parecía que iba mejorando, eso era más agradable pues estar lejos de él no me gustaba en absoluto.

Preparé la casa para darle una sorpresa cuando llegara, esperaba que todo estuviera listo pues no había calculado el tiempo. Puse globos por toda la casa y serpentinas, un anuncio deseándole feliz cumpleaños, todo de colores para él, no iba a ser una sorpresa, ya se lo había mencionado días antes pues no quería quedarme plantada, mujer precavida, no habría reclamos eso había dicho.

Todo estaba listo para cuando se supone llegaría, prendí las velitas del pastel y esperé escuchar el cerrojo de la puerta, yo traía un abrigo encima aunque hacía demasiada calor según habían informado, era su regalo.

Pasaron unos cuantos minutos y los antecedentes de sus faltas ya me estaban haciendo dudar y deprimir, suspiré y me paré para apagar las velas del pastel -No vas a llegar- me senté de nuevo en el sofá sin hacer nada, sólo ahí me quedé esperando a que el sueño o él llegara a ver quien ganaba

El sueño me estaba venciendo era la realidad y mis ojos estaban cediendo, no iba a llorar ni nada, simplemente cuando apareciera sería como si nada hubiera pasado, claro, sin festejo, pero tampoco sin reclamos, eso era lo mejor... sola me trataba de convencer de esto.

Sentí una presión en mis labios y empecé a abrir los ojos, primero uno y después el otro, una sonrisa se dibujó en mi cara, no lo podía evitar y el sueño... el sueño se fue, me aventé a sus brazos como siempre y como nunca -FELIZ NO CUMPLEAÑOS MI AMOR!!!- llené su rostro de besos, mientras mis piernas se aferraban a su cadera para abrazarlo mejor...podría decirse que tenía complejos de koala, la decepción y la tristeza habían desaparecido, besé sus labios varias veces y después me bajé de sus brazos.

Lo tomé de la mano y lo senté en una silla que quedaba justo delante del pasillo que dirigía a nuestra habitación -Te quedas quietecito, quietecito- susurré sobre sus labios de manera muy sensual, dí un beso cortitito para no darle tiempo a responderlo y me eché a correr al cuarto, esto me causaba gracia, nunca era sexy para mi marido pero lo intentaría, respiré profundo tres veces detrás de la puerta y la abrí.

El pasillo estaba oscuro y sólo la luz de la habitación iluminaba a mis espaldas, empecé a caminar hacia él muy lento y con movimientos sensuales iba quitando ese abrigo que traía mientras iba cantando -Happy birthday to you, happy birthday to you, happy birthday Mr. Joseph, happy birthday to you- mi voz la trataba de hacer sensual, a mitad del pasillo cuando ya llevaba el abrigo a la mitad de los brazos y moviendo los hombros me dí media vuelta y lo dejé caer para que viera el vestido que llevaba debajo.


Me giré de nuevo y seguí caminando lentamente hasta él, entre pasos de baile que intentaba fueran sensuales y buscando por todos los medios no me ganara la risa, llegué hasta donde estaba él y puse mis manos sobre sus hombros, mientras movía los míos en su dirección, solté uno de sus hombros y empecé a caminar hacia el respaldo, en su espalda me acerqué hasta su oído y en un susurro sensual hablé -Feliz cumpleaños mi amor- dí una pequeña mordida a su oído.

Sabía que no se iba a estar quietecito, pero no importó por que sus labios siempre habían sido como una adicción para mí, lo volví a besar para callar mi propio deseo, me tenía que levantar de sus piernas pues todavía no acababa -Gracias amor- todo el tiempo mantenía ese tono de voz bajo y sensual -Te amo monstruo- volví a dar un beso sobre sus labios, mientras iba quitando sus manos de mi cintura.

Me puse de pie -Amor debes estar quietecito- me dirigí al comedor -No te vayas a parar- mantener esa pose me estaba costando más de lo que yo misma creía, siempre había sido inocente y ahora me comportaba un poco sexy y sólo para él, lo que hacía para hacerlo sonreír un poco, tomé el pastel y regresé hasta su lado.


De nuevo iba caminando sensual hacia él y lo miraba de manera coqueta -Ahora el pastel, un deseo y una mordidita- mordí mi labio cuando ya estaba lo suficientemente cerca de él y le puse el pastel delante -Vamos amor- le guiñé el ojo esperando.

Lo escucho y al parecer le está gustando esta no sorpresa que le preparé, la verdad lo adoro y sería capaz de todo sólo por que siempre esté sonriendo, verlo así me encanta y saber que está conmigo y que no nos separaremos de nuevo aún más, él es mi verdadera perdición y después de aquél terrible momento me había hecho la idea de que para estar bien le perdonaría de nuevo sus faltas para cumplir sus promesas.

Sonreí -Está bien amor, para que pidas un deseo necesitas apagar las velitas, cuando les estés soplando pides tu deseo y se cumplirá- le dí un beso en la mejilla y me senté de nuevo en sus piernas con el pastel casi sobre las mías deteniéndolo para que apagara las velitas -Anda amor algo debe de existir en el mundo que no tengas y que quieras que esta noche se cumpla- seguí besando su mejilla hasta llegar a su oído -¿Qué quiere mi monstruo de deseo?- susurré en su oído mientras mantenía el pastel firme para que no se me fuera a caer.

Me quedé viéndolo y todavía me parecía increíble que siguiera en sus brazos -Te amo Romanus- no pude evitar decírselo pues pensé que no podría volver a decir algo como eso nunca más lo que durara esta tonta inmortalidad -Por cierto después del deseo tienes que darle una mordida al pastel o a lo que tú quieras- sonreí de manera inocente, recordaba que hoy tenía que ser sensual y un poco sugestiva con él, mientras me recargaba en él para no separarme mucho de su cuerpo.

Sus besos me hacen estremecer, trato de que el pastel se quede en su lugar mientras él hace que yo tiemble, sabe perfectamente como lograr que parezca una vil gelatina debajo de sus brazos y eso es una verdadera tortura, por más que intento eso no suceda nunca puedo.

Mientras él se distrae besando mi cuello, empiezo a quitar las velas del pastel, tratando de no estremecerme demasiado, y los demás adornos, dejándolos en el suelo, me giro un poco hacia él y sonrío -Me faltó el moño mi amor pero yo soy tu regalo...- le guiño el ojo y le beso la mejilla -Y todo lo demás se cumplirá, porque no me vuelvo a alejar de ti, ese tiempo fue una tortura y no lo pienso pasar de nuevo, oh no, señor, ya no- me levanto de sus piernas y me pongo delante de él un poco inclinada con el pastel en las manos -Ahora la mordida- sonreí tratando de que fuera muy inocente -Sin mordida no hay fiesta de cumpleaños- moví la cabeza de un lado a otro como niña pequeña y me reprendí, hoy no tenía que ser una niña pequeña, se supone tenía que intentar ser sexy -Anda amor, una mordida pequeñita, estoy segura de que el pastel sabe delicioso- me acerqué más a él dejándole el pastel a la altura de la boca.

Siempre preocupado por que me fuera a caer, no me iba a pasar nada, o al menos eso esperaba, me paré casi delante de él y puse la punta de mi pie sobre su hombro "Chica mala" casi me boto de la risa, pero me controlé -No te muevas y sólo se vale ver... nada... nada de tocar- lo vi y le guiñé el ojo retirando mi pierna -En cuanto intentes tan siquiera rozarme te mando a dormir al sofá Romanus- estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para no terminar riéndome y decirle que podíamos comer pastel o alguna tontería de esas.

Me giré dándole la espalda y empecé a bailar conforme la música iba sonando, agradecía darle la espalda pues no vería las muecas que estaba haciendo de sólo imaginarme como me veía bailándole a mi marido, me giré de nuevo hacia él jugando con los collares que traía, me encuclillé y después de quitármelos se los pasé por su cuello jalándolo hacia mi apenas rozando sus labios -Feliz cumpleaños mi amor- me alejé de él regresándolo a como debía estar sentado y levántandome muy despacio acariciando mis piernas haciendo que la caída del vestido subiera hasta dejar media pierna descubierta, respiraba cada que podía, en verdad era cansado tener que ser aquella mujer sensual que con un movimiento se daba a desear.

Aquél baile seguía y yo sufría, en verdad sufría pero quería hacerlo, eso también era verdad, quería que ese fuera su regalo de cumpleaños, pues siempre de armas no salía yo, algo diferente y lo único que se me ocurrió fue ser yo de esta manera.

Conforme los pasos de baile siguieron fui deslizando un poco mi vestido por los hombros, regresé a darle la espalda bajando el cierre del vestido muy despacio y soltando totalmente de mis brazos dejando que cayera para que se viera el siguiente atuendo que formaba parte ya de este regalito.


"Brillante que eres Clarisse" me giré a verlo de nuevo y poniendo una de mis rodillas sobre la banca lo jalé de nuevo por el cuello de su camisa hacia mí y susurrando muy sensual sobre sus labios -¿Será que tienes algún deseo que pedirle a esta angelita?- rocé sus labios apenas.