El pequeño escape

-Vamos, Mandy. Sera divertido- le dije por centesima vez a mi hermana, al tiempo que la tomaba de la mano y la jalaba fuera del edificio. Al llegar a la entrada el chofer de la compañia nos abrio la puerta del auto. Sonrei alegremente y luego mire a ver a Amanda con la tipica expresion de "perrito castigado" -Vamos al parque de diversiones- dije con voz de niña pequeña -Andale, ¡vamos! ¡vamos! ¡vamos!- segui insistiendo. Amanda mi miro resignada y susurró algo que sono como un "Eres una niña".
-Esta bien- dijo ella en voz baja, haciendo que gritara emocionada. Subimos al automovil y me dirigi al chofer.
-Al parque de diversiones, por favor- dije emocionada, el chofer me sonrio y partimos hacia ahí.

Amanda y yo habiamos sido enviadas por Marius a Seattle a hablar con unos ejecutivos acerca de la neuva corporacion que pensaba abrir. Aunque lucieramos tan jovenes, mi hermana y yo, podiamos ser muy convincentes y eramos buenas con las relaciones publicas.

Ya habiamos terminado con el trabajo, definitivamente necesitaba unas pequeñas vacaciones, o un pequeño paseo; y nada mejor como el parque de diversiones para empezar bien la tarde.
-Sera divertido, te lo prometo- le dije a Mandy, quien lucia preocupada, seguramente por Clara.

Rei emocionada mientras caminabamos hacia los juegos mecanicos.
-¡Mira, Mandy! ¿No lucen divertidos?- dije alegremente señalando un carrusel. Seguramente se veia extraño que una joven estuviera tomando de la mano a otra y corriera como una chiquilla, pero esas cosas no me importaban, porque por unos breves momentos me sentia feliz, llena y en paz.

Amanda y yo subimos al carrusel, despues de unos momentos de seriedad, incluso ella estaba riendo. El juego daba vueltas y vueltas, sentir el aire frio en mis mejillas me revitalizaba, llenaba mis pulmon es de un fresco (aunque innecesario) oxigeno que me hacia reir incluso mas que al principio.

Al bajar del juego, nos acercamos a ver un espectaculo que unos acrobatas estaban dando. "Principiantes" le susurre a Amanda cuando uno de los chicos dio un doble salto mortal hacia atras. De repente una pequeña mancha pelirroja corrio a mi lado.
-¡Mira, abuelita!- decia emocionada, momentos despues senti el olor de un vampiro situarse a lado nuestro. Mire con discrecion para encontrarme con una encantadora mujer castaña que cargaba a una adorable niña con hermosos rizos pelirrojos. Senti una opresion en el pecho y de manera inconsiente busque la mano de Amanda. La sostuve con fuerza mientras un susurro escapaba de mis labios.
"Elizabeth"

Aparte la mirada de la niña y su "abuela"; volteé a ver a mi hermana y asenti levemente, contestando ambas preguntas. Observe a la pequeña niña de nuevo, que bellos ojos tenia aquella creatura, de un color chocolate, profundo y calido. El color de sus ojos era lo unico distonto entre mi hija y la pequeña frente a mi. Aunque transmitian lo mismo.

Senti dos miradas sobre mi, la mujer y la niña me observaban confundidas. Me senti apenada, talvez se sentian inquientas... Lo mas probable era que la mujer pensara que queria hacerle algo a su nieta, al fin y al cabo, era "especial". Sonrei intentado tranquilizarlas.
-Su niña es preciosa- le dije con total sinceridad, sentia que la nena me tenia enbelezada.

Me senti mas emocionada aun cuando la niña se relajo ante mi presencia. Su abuela me miro y sonriendo amablemente se presento con el nombre de Esme, la niña se llamaba Renesmee; mire a Amanda, creo ella que podia sentir mi emocion. Tome la mano extendida de la hermosa mujer y sonriendo con delicadeza me presente.
-Hola, mi nombre es Mary Anne Covenan- señale a mi hermana con la palma -Ella es mi hermana Amanda- añadi. Renesmee sonreia ampliamente y yo sabia perfectamente que si seguia asi, terminaria abrazandola como su fuera mi propia niña (cosa que a mi no me molestaba en absoluto, pero supuse que a su abuela si). Tenia que hacer platica para poder desviar mis instintos maternales en otra cosa.
-¿Y son de Seattle, Esme?- pregunte rapidamente... Tenia la mala con tumbre de empezar mis conversaciones hablanda de lugares cuando estaba nerviosa (debia trabajar en mis temas de conversacion). Aamnda rio ante mi pregunta.

El abrazo de la niña me sorprendio demasiado, la abrace por instinto, una parte de mi pensaba que si soltaba a la niña mi mundo caeria en pedazos.
-Hola, Nessie- dije con la voz quebrada por la emoción. Acaricie su pelirroja cabecita con amor... "¿como una niña a la que acababa de conocer se podia robar mi corazon de esa manera?"

Ella sabia lo que sentia, habia logrado comprender mi mirada y mis acciones, sin duda era una niña muy inteligente. Ambas nos quedamos en silencio, ante la mirada expectante de Amanda y Esme. Mire a su abuela con un poco de pena, y senti mis ojos acuosos, tenia que controlarme un poquito mas, o podria asustar a Esme y Nessie con mis lagrimas.

Sonrei ampliamente, y abrace a la niña con mas cariño; ya no me importaba esconder esos instintos maternales mientras Reneesme no se sintriera incomoda.
-Yo tambien amo los caballitos- dije alegremente. Las cuatro llegamos al carrusel y sentamos a Nessie en un hermosos caballito blanco -Sujetate bien, no queremos que te lastimes- le pedi a la pequeñita. Ella me sonrio con dulzura y asintio con un gesto.

Mire a Esme, se veia que era una mujer muy tranquila y amable.
-¿Cuantos años tiene Nessie?- le pregunte mientras el juego empezaba a girar, tome la cintura de la nena para evitar que se pudiera caer. Al empezar a dar vueltas, escuche las risitas de Nessie; eran melodiosas y dulces, le dirigi una sonrisa enternecida; podia jurar que estaba viendo a mi pequeña Elizabeth.

Mire con sorpresa a mi hermana y a Nessie. Al parecer ella era mas especial de lo que pensaba.
-¿Que habilidad tienes, muñequita?- dije con dulzura, noté el escalofrio que la palabra provoco en Amanda, la miré pidiendole perdón.

Nessie me dirigio una amplia sonrisa y posó su manita en mi rostro, en ese momento una imagen de ella y yo jugando apareció en mi mente. Sonreí complacida y besé su frente.
-Claro que seré tu amiga, nena- afirmé emocionada.

Tomé a Nessie en brazos y le di un beso en la mejilla.
-A donde quieras, preciosa- canturreé alegremente, bajamos del carrusel y caminamos hasta la casa de los espejos -¿entramos, nena? - Nessie abrió los ojos sorprendida, luego una hermosa sonrisa apareció en su rostro y asintió. Sus ricitos pelirrojos se movieron graciosos en el aire.