Peligrosas confesiones

No supe qué decir cuando Olivia habló de lo que nos pasaba... Era cierto, cada palabra, por más que lo intentara, por más que quisiera pelear contra lo que siento por ella, ya es demasiado tarde, no puedo hacer nada para evitarlo... Y la verdad, tampoco quiero... El dolor y la debilidad no me dejan pensar bien... Pero no quiero preocuparla, además prefiero que hablemos en un lugar más tranquilo, este tema es demasiado delicado... Así que sólo me recosté en el asiento, hasta que se me quitara el mareo, al menos... Apenas si me enteré cuando llegamos y subimos a la habitación, me concentraba en mantenerme de pie, pero creo que no hubiera podido hacerlo sin la ayuda de Olivia. Cuando por fin me pude acostar, cerré los ojos un momento, cuando me sentí mejor me incorporé en la cama...

-No te quedes ahí, siéntate... -le dije, y Olivia se sentó a mi lado, en el borde de la cama. Ahora, nuestros ojos están prácticamente a la misma altura- Preciosa... Es verdad lo que dijiste, las cosas pasaron, y aunque al principio parecía un juego, todo se salió de nuestro control... Ahora estamos empezando a sentir cosas, y ya no podemos volver atrás, al menos yo ya no puedo negar lo que siento, y diablos, lo he intentado. Dejaría de sentir lo que siento para no ponerte en peligro, porque por lo que vi en tu casa, es peligroso desafiar a tu familia... Pero ni así puedo... Ya no puedo ni siquiera imaginar estar lejos de ti...

Ella es tan hermosa, tan perfecta... Su belleza aún me deja sin aliento, pero aunque fue eso lo que me atrajo en el primer momento, ahora es mucho más que eso, estoy sintiendo demasiadas cosas por ella, cosas que sé que no debería sentir, y ya ni siquiera me importa... Sentí que mi corazón se aceleraba cuando me abrazó, y me dijo que correría el riesgo por mí... Al preguntarme si yo lo haría, no dudé en responder...

- Ahora, yo haría cualquier cosa por ti... -Sentía su cuerpo frío y delicioso pegado al mío, la estreché aún más contra mí- Correría cualquier riesgo, sólo que... Temo por ti, nunca me perdonaría si te pasara algo por mi culpa... -La miré a los ojos, esos ojos hermosos que ya no podía dejar de mirar... Y nuestros labios se unieron en un beso muy dulce, que expresaba todo lo que sentíamos y no nos atrevíamos a decir- ¿Te quedarás conmigo? -Olivia asintió, me sentí feliz aunque a la vez preocupado, esperaba que esa noche fuera de su casa no trajera consecuencias negativas para ella. Nos quedamos así, abrazados, hasta que mi cuerpo debilitado se rindió, y me quedé profundamente dormido...

El cálido sol que entraba por la ventana me despertó. Me froté los ojos, y miré mi reloj, ya pasaba del mediodía... Demonios, no es mi costumbre dormir tanto... Me incorporé, ya no me sentía tan débil, y el dolor también había disminuido... Miré por todos lados, ¿y Olivia? ¿Se habría ido? Bueno, ya era tarde, no me extrañaría. Lo primero que hice, fue llamar a la Estación de Policía, para reportarme enfermo. Lo siguiente, es pedir a la recepción algo de comer, porque me estoy muriendo de hambre... No había hecho más que tomar el teléfono de nuevo, cuando un ángel se apareció por la puerta... Era Olivia, que había cambiado su traje de gala por un corto vestido blanco, y venía empujando una de esas mesitas rodantes. Al parecer, ya se había adelantado a lo que necesitaría, y había pedido algo para mí...

- Buen día, preciosa... -le dije, sonriendo, y cuando se acercó la atraje hasta mí, para saludarla con un beso, como debía ser... No iba a olvidar todo lo que estaba haciendo por mí...

- ¿Porque soy un idiota? -Ella se rió con esta respuesta, sabía lo que me había costado decirle lo que sentía por ella, cuánto me había resistido a este sentimiento...- Sabes, creo que aunque no sabía a lo que me iba a enfrentar, en el fondo también sabía que tú me ayudarías, y no dejarías que me pasara nada... Porque yo hubiera lo mismo por ti, si las cosas hubieran sido al contrario... No sé qué me has hecho, Olivia Covenan, pero has calado muy hondo en mi corazón... Y ahora sé que no importa cuánto me resista a quererte, es una batalla perdida desde el principio... Te quiero, Olivia...

Le seguí el beso, sentía que podía pasarme la vida besándola, la deseaba más de lo que nunca deseé a ninguna mujer... La abracé, todo lo que quería era tenerla cerca...

- Auch, me dolió... -No nos habíamos medido con los abrazos, y ahí estaba la maldita herida, molestando... Pero bueno, de no ser por eso, yo no habría ido a buscar a Olivia anoche... Ella se apartó, asustada, temía haberme lastimado...- Tranquila linda, es sólo que la herida está sensible, y cualquier roce duele, pero no es nada... Mi Olivia... -Ya estamos usando posesivos el uno con el otro, esto debe ser algo serio...

- Es que tú eres bella y especial... Y yo también te deseo, habría que estar ciego para no desearte... -Sonreí, al verla mirándome por entre su cabello. Ese lado suyo, juguetón, despreocupado, me encantaba, hacía que todo pareciera fácil y divertido, aunque ambos sabíamos que no lo era... Ni lo sería... Eso me hizo recordar...- Linda, ¿no te dirán nada en tu casa? Quiero decir, has pasado toda la noche conmigo, y ahora ya son casi las dos de la tarde, y sigues aquí... -No podía sacar de mi mente los rostros de sus hermanas, la preocupación, pero sobre todo el miedo que se reflejaba en sus ojos... Y me habían sacado de la casa lo más pronto que pudieron, porque no se sentían capaces de protegerme, aun entre todas...