Piccadilly Circus

Mi paso por Londres iba a ser rápido, llegué ahí con la firme idea de irme a Estados Unidos y hacerme formalmente un trotamundos. No era el mejor plan del mundo, pero sólo quería escapar y olvidarme de mi dolor tanto como pudiera. Compré mi boleto a América para el día siguiente, tendría, por lo mientras, toda la tarde para mi y conocer un poco de Inglaterra... aunque mi corazón fuera frances.
Decidí no alejarme de Heatrow no quería perderme de mi vuelo e iba a ser el único que tendría con los ahorros que conseguí. Pero mi caminata me llevó poco a poco al centro de Londres... ahora estaba en Picadilly.

** Para Meredith

Continué caminando, sin rumbo fijo, hace tanto tiempo que no me ponía a hablar en Ingles, que de verdad me sentí como un extranjero. Noté que algunas personas se me quedaron mirando, supongo que no están acostumbrados a ver a alguien tan guapo como yo.
Sí, claro...
Recordé que tenía un mapa que era de Bridget, a ella le gustaba Inglaterra, así que me puse a buscarlo en mi mochila, pero por distraerme, sin querer choqué con una hermosa chica rubia de despampanante belleza.
- Wow, no, digo disculpame a mi, perdón
Le ayudé a levantar algunas de sus cosas
- No te vi, lo siento...

- Lo... lo mismo digo, es decir, Keane, me llamo Keane Osman, encantado de conocerte ¿puedo decirte Meredith? - ella asintió - un placer conocerte Meredith

Ella se echó su cabello tras de la oreja, sólo así podía ver todavía más qué tan bonita era, como acababa de scuchar, era una de esas mujeres que podían parar el trafico y que, al menos, me podrían detener a mi.

- Lo siento, es que estaba buscando un mapa en mi mochila, por eso no te había notado, no soy de aquí, sabes ¿tu eres de aqui?

- Sí, soy de Francia - sonreí apenado - creo que mi acento me debe de delatar - ella asintió. - supongo que debería volver a hablar ingles como todos, pero con tanto tiempo en Avignon pues todos los acentos suelen pegarse, creo que por eso también me voy a Estados Unidos - y en una oración le había dicho quien era Frances, de Avignon y que me iba a ir. Era demasiada información para una sola frase.
Ambos sonreimos apenados, apreté los ojos y traté de aclarar
- Si, gracias Meredith, sería muy agradable que me guiaras. En realidad no tengo mucha idea de cómo es la ciudad y como voy de paso, como te dije, también voy a Estados Unidos ¿Tu a qué vas?

Hasta eso teníamos en común. Yo tampoco tenía verdaderos planes por los cuales ir a Estados Unidos. Empezamos a caminar sin dirección mientras ella se ponía de acuerdo para saber a dónde ibamos.
- Tampoco tiene que ser algo llamativo, me gustaría sólo conocer un poco de la ciudad - y todavía me ponía exigente - no sé a donde me quieras llevar, pero digo, es una sugerencia.
Ella sonrió de una forma inocente... recordandome a Bridget. No, tenía que sacarme ese pensamiento de la cabeza y disfrutar mi estadía ahí.

Fuimos caminando por unas calles donde había tiendas de antigûedades, era bastante llamativo todo, parecía que de pronto toda la calle se había convertido en un lugar antiguo y nosotros eramos unos viajeros en el tiempo.
Sin embargo los dos ibamos callados, no se me ocurría qué decirle, y al parecer a ella tampoco se le ocurría, pues cada que nos mirabamos regresabamos la mirada a otro lado. Estaba nervioso ante su belleza y su presencia, aunque sentía que su mirada era triste.
- Y... - detuve mi caminar en una tienda - ¿entramos? - no supe porqué, pero sólo abrí la puerta de la tienda y ella me siguió

- Es... - me aclar{e la garganta - es muy interesante - dije por decir, no había notado bien el lugar, sólo sentí una oleada de olores a viejo el cual era muy agradable. Pero no sabía en si qué tenía o que no tenía. No comprendí porque me ponía nerviosa la chica. no era la primera mujer en una condición parecida a la mía que conocía, de hecho, no me habían hecho sentir tan raro. ¿Será acaso su gran parecido... o que también se encuentra tan melancolica como yo?
Evadí la mirada y me fui directo a un reloj cucu que acababa de anunciar la hora.
- Que chistoso está ¿verdad? - vaya, lo que era quedarme sin nada que decirle... y a una chica hermosa! ¿Quien lo diría Keane?

El pajaro del reloj Cucu salió y me quedé observandolo. Tenía colores tan preciosos que me dio curiosidad tocarlo, hasta que regreso de nuevo a su hoyo.

De pronto ya no noté a Meredith a lado mío, estaba observando otro lado, hasta que volvió al vista a mi y sonreí. Bueno, era la momento de tomar riendas, no podía estarme comportando así todo el tiempo. Está bien que era muy guapa, y me estaba poniendo tonto, pero un poco más y ella se iba a ir por estar con un idiota como yo.

- Mira esto - dije sin pensar muy bien lo que decía, cuando ella volteó yo me di cuenta que estaba señalando un camufeo antiguo - ella se acercó - apuesto a que perteneció a alguien muy bella y elegante - sonreí mirándola, lo tomé y se lo sobrepuse - ya sé - dije de pronto - ¿qué te parece si imaginamos a quién le pudo pertener cada cosa? - pregunté entusiasmado. Haora debería parecerle más tonto

Era una hermosa y fina caja musical. Cuando Meredith dijo que podía pertener a la realeza, me había quitado las palabras de mi boca, había pensado justo eso mismo.

- Quizás fue de Luis XVI, antes de que le cortaran la cabeza... o de Maria Antonieta. Sí, pudo ser de Maria Antonieta, uno de los regalos que le hizo el rey al nacer su hijo. - abrí la caja - Es una caja de recuerdos tangibles, porque los más hermosos... - cerré la caja - se fueron en sus pensamientos.

Estaba rayando en lo ridículo, en lo cursi. Quería saber de donde me salían esas palabras, quería saber por qué no podía dejar de mirar sus ojos...

Bueno, en realidad tampoco importaba mucho.

- ¿Y tú que te imaginas? -pregunté poniendole la cajita en sus manos

Me gustó lo que dijo, era verdad, había una magia detras de todos los Romanov que era inevitable pensar en ellos como una leyenda, por ejemplo con Anastasia.
Dejó la caja a un lado y me pidió que yo buscara algo. Accedí y volteé tratando de encontrar algo interesante. Había tantas cosas que llamaban la atención, pero sólo una la retuvo cuando alcé la cabeza al techo. Le señalé...
- Ese candelabro... - dije señalándole el candelabro que brillaba al verse todos las luces a traves de sus piedras parecidas al diamante - ¿Qué historia tiene? - le pregunté intrigado a que me dijera lo que pensaba

- Pienso que... - miré arriba sin quitar la vista y traté de imaginar algo que pudiera impresionarla. El Opera House era muy impresionante como para dejarla así - pienso que era de una vieja casa, una de un duque, - cerré los ojos imaginando la escena - el más rico de todos que tenía como peor vicio el juego. Y fue perdiendo, perdiendo, tanto que tuvo que vender todo, menos ese candelabro porque es la única herencia de todo ese titulo nobiliario. Pensaba que era lo único que le podía quedar. Pero el duque tomaba y tomaba, perdió a su familia, pero no al candelabro, siguió tomando hasta causarle una sirrosis, pero jamas abandonó el unico recuerdo de gloria, hasta que murió y el impresionante candelabro fue vendido al mejor postor por una cuarta parte del... - abrí los ojos y la miré, estaba viendome con muchisima curiosidad - del valor real - giré apenado - lo siento, ya ves cómo es la imaginación de uno - busqué el primer objeto para que continuaramos con el juego - ¿y esto? - levanté un pequeño reloj de cuerda

- ¿Que? ¿es tuyo? - Meredith de inmediato lo negó - dime la verdad, ¿es historia o es verdad? - ella lo negó, pero no supe si me era sincera o no. Tomé el reloj de sus manos y lo miré de cerca. Ella estaba apenada. Fruncí el ceño.
- Bueno, entonces, yo pienso que el reloj pasó por mas manos, aquella mujer tuvo un hijo de ese hombre y pasó su vida buscando a su padre... pero no pudo encontrarlo. Sabía que tenía que hayar a su padre, o que el reloj lo hayaría a él.
Meredith sonrió triste.
- De hecho - agregué - debe estar afuera esperando a que salga una bella chica con él en sus manos, para así saber que al fin hayó a su familia
Cuando me di cuenta estaba tomándole las manos con el reloj justo entre las suyas. Sonreí y quise quitar mis manos, pero su mano cálida se puso encima de la mía tomándola fuertemente.

**off: disculpa la tardanza de contestarte

Me perdí en su mirada nostálgica. Esa chica me recordaba mucho a mi, más bien, se parecía mucho a mi. Ella suspiró muy fuerte y enseguida bajó su mirada a nuestras manos entrelazadas.

Me soltó y dejó el reloj a un lado.

- ¿Qué párte es verdad? - ella torció la boca - bueno, si quieres decirmelo, claro...