Breaking Dawn
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Después del entierro

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Mensaje por Keane Osman Vie Ene 09, 2009 4:52 am

Respirar... ¿qué demonios era eso ahora? No podía encontrar palabras para mi mismo, ni para el vacio que sentía en ese momento. Mi cuerpo estaba vació, y mi alma muerta, como mi hermana.

No podía creer que la había disfrutado tan poco, sólo unos años, y que de buenas a primeras... su habitación estuviera vacia, su perfume aun en su ropa, en su almohada, hasta en ese oso que le regalé cuando la conocí y que dormía con él... ¿qué importaba ahora? Nada. Ya nada importaba.

Mis padres no encontraban consuelo. Sí, era su hijo ante la ley... pero ella era su única hija de sangre, a la que vieron desde pequeña, la que creció con ellos. Yo no era nadie, nadie, y mi consuelo no les iba a servir de nada, al contrario, sentía que animaría su odio contra ese ser supremo al cual le rezan y al que yo he dejado de creer. Si existiera, ella seguiria con nosotros, conmigo, no me la hubiera arrebatado jamás, seguiría jugando conmigo, platicaríamos todas las noches sin parar hasta que nos intentaran callar, si ella estuviera, la abrazaría y no dejaría que ningún tipo la lastimara.

Pero ya no tenía a nadie que proteger, todo se había ido hoy en una tumba llena de flores, en una cruz que ahora dice para la eternidad su nombre. Se había ido mi única razón de ser sedentario, mi única hermana, mi mejor amiga, el amor de mi vida.

La familia de ella llegó diciendole a mis padres y a mi palabras vacías, consuelo que ellos no sentían, lágrimas que no debían derramar. ¿que nadie sabía que Bridget no quería que aquellos que jamás se acordaron de ella mientras agonizaba, se acercara a su tumba ahora que había... que ya no estaba?

Yo no había podido derramar una gota frente a ella, ni frente a mis padres, era el único apoyo que tenían, el único fuerte que necesitaba sostenerlos para no dejarlos caer. Pero por dentro estaba tan o más muerto que ellos y con un dolor agudo que no me dejaba vivir.

Sus amigos, algunos hipócritas, otro no tanto, pocos sus verdaderas amistades que le lloraron, que la visitaron y le pidieron aguantara... ¿cuantas veces no le pedí yo eso? Le rogué, le imploré que aguantara, que viviera, que sin ella no podría seguir, pero su sonrisa debil y su palidez me decían que ella ya no quería estar sufriendo... ¡que importaban mis palabras entonces!

Lo peor fueron sus últimas palabras. Lo peor fue escucharla tan debil... lo que más me rompió el corazón fue su última acción...

Me acerqué a ella, todos se habían ido ya, nuestros padres estaban afuera, Bridget me miró tratando de sonreir, respirando debilmente, con la máquina a su lado y esos sonidos que jamás olvidaré. Ella entonces me pidió un favor, yo estaba dispuesto a ayudarle en lo que fuera, así que me hinqué a su lado, pero me pidió levantarme, eso hice. Empezó a relatar la historia de cómo nos conocimos, de cómo me llevó a casa y cómo convenció a nuestros padres de adoptarme, sonreí con ella, eran los pocos recuerdos más felices de mi vida. Enseguida me hizo una confesión, la confesión que dijo debía hacerme hace años, desde que me vio...

Ella me amaba.

Pero no de la forma en que amaba a un hermano, sino de la forma en la que ella siempre estuviera a mi lado. Ahí fue donde me pidió el favor... un favor que también deseaba yo, pero que jamás creí que me lo pediría...

La tomé de la nuca con una mano y de la cabeza con la otra, acerqué mi rostro al suyo... y uní nuestros labios.

Era la primera vez que besaba a alguien, y besarla era muy dulce, pero muy triste. Sentí que sus lágrimas recorrían sus mejillas, le volví a suplicar en mis pensamientos que no me dejara, que no me abandonara... pero me llevé su último aliento... y con él el agudo sonido de una máquina que me decía que mi amada Bridge me había dejado... para siempre.

Hasta entonces supe que yo también la amaba.

¿Respirar? ¿de qué me iba a servir ahora que ya no tenía por quién hacerlo? Aspiré el aroma de aquel oso que le regalé, recargado en el árbol en que me dió la noticia de que seríamos hermanos para siempre.

Me senté viendo la nada, esperando que estuviera a mi lado y se recargara en mi hombro para platicar de su día...

Apreté los ojos, y cuando los abrí, lloré hasta quedarme secó, imaginando que Bridge estaba a mi lado para jamás dejarme.
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