La función de las 5

¿Aqué mujer no le gusta que le digan cosas lindas y más cuando es verdad? Yo me devivía en halagos para Ireri porque me nacía de corazón, y así como un par de enamorados llegamos hasta ése lugar especial para mí. Una pequeña cafetería enclavada en una calle poco transitada; un lugar bohemio, tranquilo, aunque no muy lujoso, simplemente... normal. La dueña del lugar que ya me conocía nos saludó amablemente y nos encaminó a un rinconcito acogedor entregándonos las cartas del menú.

-La comida es excelente, cualquier cosa que pidas te gustará.

Fue mero trámite el pedir la comida, a ella le trajeron su copa de vino, y el platillo que compartiríamos pues habíamos pedido lo mismo. El silencio incómodo regresó, hasta que Ireri preguntó algo que no esperaba: - Bueno, estaba pensando… en qué tal era la vida romántica de Sadreth Rousz. Me recargué sobre el respaldo de la silla, dejé escapar un suspiro, lugo me incliné hacia el frente y recargué mis codos sobre la mesa. No era adecuado hacerlo, pero siempre hacía lo mismo cuando me sentía nervioso.

-Voy a ser completamente sincero cotigo Ireri, debo hacerlo porque quiero que sepas todo de mí, sé que acabamos de conocernos - reiteré- pero quiero comenzar bien contigo, y no ocultarte nada. -tomé su mano entre las mías. - Mi vida sentimental hasta el momento ha sido como una montaña rusa. Nunca he tenido una relación estable con nadie, mi estilo de vida - el viajar- hace que mi gusto por las chicas y chicos sea inevitable. Algunas veces- por no decir la mayoría- relaciones de una sola noche, quizás dos, tres... - ella me miraba con mucho detenimiento y agradecí que no interrumpiera "mi confesión" porque yo quería decirle todo - No he sido hombre de una sola persona jamás... Pero a veces me siento solo, con necesidad de establecerme, tener una compañera o compañero, despertar cada mañana y ver que alguien está a mi lado, que llegando del trabajo alguien está esperándome en casa...tener hijos, ... - sonreí algo melancólico- en pocas palabras, lo que cualquier persona querría. Sin embargo, nadie ha sido tan especial como para que piense seriamente en ponerle un alto a mi vida alocada .. hasta ahora.

La sentí seria, tensa y no la culpaba, una verdad como la mía, acerca de mi vida podría espantar a cualquier persona y salir huyendo, ya estaba acostumbrado a que la gente me rechazara - de cierta manera- por la forma en que estaba llevando mi destino hacia ningún lado en particular, viviendo al día sin tener una meta fija en mi mente. Las palabras de Ireri habían sido claras, ella me estaba diciendo de una manera sutil que "no era la mujer indicada para mi" y claro la mascota era una especie de premio de consolación. Me reia de mi propia broma estúpida.

-Sabes, siempre sucede lo mismo - volví a recargarme en el asiento - Cuando trato de ser completamente sincero con alguien que me interesa, las cosas me salen al revés, quizás debiera convertirme en un mentiroso de pacotilla y fingir lo que no soy para que la gente me tome en serio.

- Escuchame... ¿qué esperabas que dijera? ¿Qué quieres que te diga? Me gusta que seas sincero, y más que lo hayas sido conmigo, con una desconocida.

Ireri se había levantado de su asiento y me había tomado el rostro con sus manos para evitar que me distrajera. Sus manos eran frías... como el mármol, pero a la vez cálidas. Mi reacción fue por pura inercia, tomé una de ellas, y deposité un beso, me levanté de mi asiento y bajé la mirada para encontrarme con sus ojos chocolate.

-No sé que ha pasado aquí, todo el tiempo ha sido déja vu y parece que tú también te has dado cuenta de ello.. de una cosa estoy seguro Ireri, tú eres una mujer muy especial y desde que te vi en el cine, me han dado ganas de hacer esto.

Termine de acortar las distancias y deposité un beso en sus labios.