EL MEJOR DE NUESTROS DIAS.

Mientras caminaban hacia nosotros con esa extraña aura de nobleza que se les veía a kilómetros de distancia aferre la mano de mi esposo lo hecho, hecho esta Cass me dije a mi misma, en el momento que los tuve frente a mí no supe que hacer, debía inclinarme, abrazarlos, besarles ambas mejillas pfff esto era terrible, peor que lo que podía esperarme con mis padres. Escuche la voz de mi esposo y supe como debía hacerlo, suspire e hice los hombros hacia atrás y levante el rostro como siempre me obligaba mi madre ha hacerlo cuando estábamos en alguna reunión familiar “agradezco su asistencia” voltee a ver a mi esposo y le sonreí “es un placer conocer a tu familia amor mío” tuve que resistirme las ganas de abrazarlos a todos y cada uno de ellos y besarlos como yo misma solía hacer con las personas que conocía. Dentro de mí conservaba la esperanza de que quizá en la intimidad de una reunión familiar, fuera de los cánones del comportamiento y de los buenos modales pudiera comportarme con ellos como y esperaba, abrazarlos y besar sus mejillas, después de todo eran mi familia mi nueva familia.

Sus labios ansiosos buscaron los míos que ya los esperaban, me entregue a mi esposo en ese beso, en el beso que me hacia darme cuenta que todo era real ahora ya era su esposa, felizmente su esposa, envolví su cuello con mis brazos dejando que sus manos revolotearan sobre mi cuerpo; agitados al final terminamos por separarnos respirando agitados viéndonos a los ojos susurre “¿podríamos olvidarnos de la recepción y dirigirnos directo a la luna de miel?” deje que fuera mi corazón y mi cuerpo los que hablaran callando a mi mente y a mi poca sensatez que había comenzado a cultivar desde que vivía a su lado “quiero ser no solo tu esposa, quiero ser tu mujer amor mío” susurre besando su cuello de esa forma que sabia lo hacia estremecer tanto como a mi me gustaba hacerlo.

No podía creer esa forma de actuar tan impulsiva de ambos, sabía que en mí nunca había cabido de cordura, pero esa actitud en él me sorprendía pero a la vez me incitaba a seguir, la habitación del hotel fue nuestro primer refugio poco me importo lo que todos pensaran al no vernos llegar a la recepción sabía que entenderían el porque de nuestra desaparición queríamos y deseábamos estar solos, estar solo el uno con el otro.

Me deshice del vestido lo más rápido que pude buscando el cambio de ropa que había apartado para el viaje, no tenia ni la más remota idea de a donde nos íbamos dirigir solo sabía que era para él y para mí y con eso me bastaba, entraba y salía de la habitación buscando cosas asegurándome de que todo estaba listo besándolo cuando chocaba con él en el pasillo de la habitación, siempre en la línea en el limite llevados por el deseo, sabía que debíamos controlarnos o terminaríamos perdiéndonos en nuestros propios deseos.

Casi a punto de irnos terminaba de arreglar mi cabello frente al espejo cuando se acerco a mi desde atrás lo observe aun más magnifico de lo que lo recordaba “es usted un hombre verdaderamente guapo señor Clapton, su esposa es una mujer en verdad afortunada” susurre viendo su reflejo en el espejo, me mordí el labio con desesperación no sabía cuanto tiempo podría resistir sin buscarlo de nuevo, suspire frustrada y camine hasta él acercándome a su cuerpo rodeando su cuello con mis brazos “te amo” susurre sobre sus labios y volví a besarlo.

Deje caer mi cuerpo hacia atrás sintiendo sus manos aferrando mi cintura, acercando con este ligero momento más mi cadera a la suya con los ojos cerrados y un muy marcado tomo de desesperación susurre “nueve horas en tanto tiempo, señor Clapton eso parece tan imposible, se que yo podría llegar a resistirlo pero no puedo asegurarle lo mismo de mi cuerpo” sabía que sus palabras eran una clara provocación a mi existencia y a mi autocontrol, el cuerpo podría decir que incluso me dolía del deseo de pertenecerle “debiste elegir un lugar más cercano amor mío” lentamente me reincorpore pasando mis dedos sobre sus brazos mientras lo hacia, sabia perfectamente que cada uno de mis movimientos eran con el fin de provocar su cuerpo, de despertar o más bien avivar ese deseo que nos recorría con la esperanza de al final sucimbir ante ese deseo. Solo esperaba que este plan funcionara o terminaría teniendo un largo viaje no muy agradable.

Disfrute el sabor de sus labios sobre los míos, la pasión y el deseo nos estábamos adelantando a las circunstancias a lo que nos estábamos entregando en este momento no debía pasar hasta dentro de nuevo horas, quizá nuestras mentes lo entendían pero no nuestros cuerpos que se deseaban, su aliento cálido en mi odio me hizo suspirar entre el deseo y la frustración “yo tampoco quiero esperar” susurre agitada pasando mis manos sobre su pecho dejando que mis dedos se deslizaran entre los botones de su camisa deseosos de abrirlo pero resistiendo solo ante el miedo de no poder detenerse hasta llegar al final de nuestros deseos.

“Amor mío, ¿qué vamos a hacer?” susurre contra su cuello besándolo desde el cuello hasta el oído con la respiración tan agitada que sentía como me latían los pulmones un poco adoloridos igual que el resto de mi cuerpo “amor mío por favor haz algo con este suplicio” mi voz era suplicante necesitaba que terminara con esta agonía antes de que me volviera presa de mis propios deseos y no solo de suyos.

Cada roce de su mano sobre mi piel desnuda me hacia temblar y esa sensación me llenaba de deseos, sentía esa necesidad de él como si fuera la primera vez, durante estos últimos días había despertado en sus brazos, a su lado, en la misma cama pero ahora había una extraña necesidad en mi cuerpo que despertaba aun más con cada una de sus caricias, era como una nueva y extraña necesidad de tenerlo como si fuera algo que se me había negado. “Te amo” susurre una vez más, dejando que fuera mi voz el medio para que mi corazón expresara esas sensaciones que lo inundaban llenándolo de verdadero placer con el solo deseo de su cuerpo, lo deseaba y cada una de sus caricias lo único que lograba era hacerme desearlo con muchas mas ansias. Baje las manos sobre su pecho sintiendo su piel debajo de su camina y me deje llenar de más deseos mientras seguíamos besándonos comencé a abrir su camisa, disfrutando cada botón que cedía ante mis dedos.

Me estremecí pero no sabía si era el roce de la seda contra mi piel o sus manos cuando me quitaba la blusa y el sostén; eran sus manos, su calor, sus caricias mi cuerpo se sentía atraído hacia él, hacia su cuerpo llevado por la guía experta de sus caricias, a ese deseo de abrazarlo y entregarle mi cuerpo como ya hacia mucho le había entregado mi alma.

Me entregue a sus labios, a sus manos, a él, no había nada que deseara más que ser totalmente suya y lo estaba haciendo cada instante le pertenecía un poco más. Con la blusa y el sujetador en el suelo supe que le entregaba mi desnudes, esperaba que sus ojos se desviaran de los míos pero eso no sucedió, sus ojos estaban fijos en los míos y eso me hizo amarlo aun más pues ahora no solo mi alma le pertenecía sino también mi cuerpo, quería hacerlo pertenecerle como ya él sabia que le pertenecía.

Supe lo que deseaba después de que sus manos me dejaron libre forma de actuar acaricie su pecho mientras que con cada movimiento sobre su cuerpo iba deslizando ligeramente su camisa hacía atrás hasta que tuve la necesidad de detenerme pues la diferencia entre nuestras estaturas me impedía continuar quitándole la camisa “creo que tendrás que ayudarme con la camisa amor mío” susurre con una voz que a mi me resulto verdaderamente extraña.