Apuesta de amor

Ciertamente aun no tenía la mayoría de edad, pero gracias a mi condición, lograba hacerme pasar por alguien mucho mayor de lo que realmente era, y eso me libraba de que me pidieran identificación todo el tiempo. Era genial para mi.

Me paseé entre los pasillos del casino. Me gustaba ver como la gente se emocionaba y se frustraba, al fin y al cabo, todo era un juego ¿no?

Miré el piso y me encontré una moneda tirada, vaya suerte la mía. Me acerqué a recogerla, pero otras manos se cruzaron con la moneda. Casi me caigo yo solito por mirar a la preciosidad de mujer que tenía delante mío...

- Ah... - balbuceé mientras veía a la chica frente a mi. Quise centrar mi atención en su rostro, pero inevitablemente la estudié de pies a cabeza casi con una cámara lenta, analizando cada parte de su escultural cuerpo - ah... ¿es tuya?

"Tonto Keane, obvio que era suya, si rodó desde esa tragamonedas" pensé mordiendome el labio
Ella asintió y entonces se la di

- Lo siento, es que... cayó a mis pies - como yo de ella.

Estire mi mano para tomar la moneda, me parecia que eso de la suerte por lo menos para mi habia cambiado, de mi soledad y aburrimiento tenia ahora a ella...
- siempre he creido que la suerte puede cambiar - le sonrei de forma coqueta, tome su mano y nos acercamos al primer tragamonedas que vimos, - apuesto a que todo puede pasar... - le mostre la moneda, la meti - tu turno - ella me miro levantando su ceja, tomo la palanca y la jalo. No mire el juego solo sus misteriosos ojos... De pronto se armo un gran alboroto, habiamos ganado el premio mayor, aunque tenerla de la mano era el mejor premio de la noche

- No me hables tan formalmente - correspondí su sonrisa - mi nombre es Osman, Kean Osman - siempre había querido presentarme así - Es un placer Araneli

De pronto se nos acercaron algunos de los empleados del casino felicitandonos. Yo no supe qué hacer, de pronto todos nos abrazaban y decían lo afortunados que eramos, pero mi no me causaba ninguna alegría que también todos la estuvieran abrazando a ella...

- Y digame señor - dijo uno de los que me había abrazado - ¿que piensa hacer con el dinero usted y su novia?

- ¿Mi novia? - pregunté desconcertado, y al parecer ella también... - ah si!, mi novia - la tomé de la mano y la acerqué a mi de entre la multitud - amor... - le sonreí - ¿que quieres que hagamos con el dinero?

Le pregunté, pero ella se notaba confundida.