Juego de rol

En ese momento me encontraba justo en Avignon, sí, en la casa en que solía vivir con Bridget. Era una tarde calurosa, donde lo ideal era no hacer nada. Abrí los ojos y me encontré con mi hermana durmiendo en mi pecho, como solía hacerlo, estaba tan dormida que no la quise mover. Así que me quedé mirando el cielo, estabamos en el jardin, en el pasto, yo estaba contento, pensaba que ya faltaba poco para entrar a la escuela, y ella estaría ya en la universidad.

- Me puedo esperar ¿sabes? - dijo de pronto, ya despierta, se había quitado de mi pecho - si quieres que te espere, lo haré

- No Bridget, ¿cómo me vas a esperar? Tu debes de seguir tu propio camino

- Mi camino está donde el tuyo esté - me sonrió como solía hacerlo cuando nos poníamos discutir - no quiero irme de tu lado...
- Ni yo del tuyo - me senté en el pasto, sin decir nada - no quiero que me dejes, pero...

- Sí, ya sé... - dijo triste - tu debes seguir... - bajó la mirada, yo intenté encontrarme con sus ojos, pero en ese momento...
No era Avignon, ni mi casa, ni estaba Bridget...

Miré a Rache que se veía tan sonriente. Ahora yo era su bello durmiente, sonreí, eso me parecía tan extraño.

- ¿Me estabas viendo mientras dormía? - pregunté aun con la voz de recien levantado, tenía curiosidad por saber, hace mucho que nadie hacía eso.

Apreté mis labios, era muy gracioso ver como esa chica intentaba arreglar lo que ella misma había dicho, al final lo aclaró, a medias... La ultima persona que había vitso dormir así había sido su hermano. Era curioso que los dos compartieramos una coincidencia así.

Rachel me dijo que ese dia me iba a consentir, yo intenté decirle que no lo hiciera, pero en ese momento me dio un pedazo de melón en la boca. Bueno, tampoco me iba a hacer el dificil. Tocaron la puerta y ella se levantó a abrir. Yo tomé el tenedor y seguí comiendo melón...

Rachel había dicho que debí de soñar algo bonito, pero no recordaba qué había soñado, tengo la sensación de que fue con Bridget... y ya.

Me atraganté el pedazo de hot cake en el momento en que dijo eso. Me tuve que dar de golpes en el pecho para recuperar mi aliento
- ¿En mi casa? - Rachel me pasó jugo - gracias - tomé un poco - si, si, bueno, este... no, no te preocupes por ello, en realidad, no creo que se preocupen, mi familia vive en Francia y yo estoy aquí solo - Rachel frunció el entrecejo - así que no te preocupes - terminé de tomarme el jugo - y bueno ¿qué tienes en mente? - pregunté tratando de cambiar de tema

- ¿Divertirme? - ella asintió entusiasmada - oh, bueno... digo, si, claro, sólo dime, ¿qué tienes en mente? - pero ella sonrió de una forma muy pícara que me dejó intrigado, huyó del cuarto dejandome solo. Esa chica era extraña, en un momento estaba conmigo queriendome dar de comer y al siguiente tiene planeado hacer algo "lo mejor es que huyas" no, no iba a huir, ella había sido muy buena conmigo... y me había dejado ver a James Bond una vez más que...

Abrió la puerta de nuevo y trajo con ella un enorme cubretraje que dejó en mi cama. La miré y ella se veía todavía más entusiasmada. Bajé el tenedor al plato

- Rachel... ¿hay algo que me quieras decir? - y con su cara de angelito se echó a la cama, tomó el tenedor que había dejado y comió pedazos de melón.

Casi de inmediato salió de la habitación de nuevo, dejandome el traje en la cama. Sus palabras no habían sido exactamente alentadoras, así que... no tenía de otra más que confiar en ella.
Me levanté y miré el traje que tenía a mi lado. Era algo completamente exquisito, un traje que no vería ni en mis mejores epocas, en realidad era algo que sólo podía hacer Rachel...
- Bueno, no pierdo nada - me dije a mi mismo antes de ponerme el traje. Admito que cada vez que me pongo un traje así sólo llega algo a mi cabeza: Quizás así sí llegue a laaltura de Bond. Me acomodé las mangas de la camisa mientras me miraba en el espejo. Vaya, me veía bien. Me acomodé atras el cabello e hice una pose que había visto antes...
- Mi nombre es Osman, Keane Osman - le guiñé a la imagen del espejo, pero en ese momento me di cuenta que había alguien atras que se mordía los labios para no soltar una carcajada - lo siento, siempre tuve ganas de decir eso - dije avergonzado

- ¿Una caja? ¿Para mi? - pregunté extrañado, la iba a abrir, pero me dijo que lo hiciera en la sala - de acuerdo - y parti detras de ella aun mirando la extraña caja de color negro, sentí que era como de misión imposible y que me iba a estar en las manos en 10 segundos.
Ya en la sala Rachel se puso unos lentes de armazon de pasta.
- ¿Usas lentes? - ella lo negó, dijo que era parte del vestuario, igual lucía muy bien - ¿qué es lo que tiene la caja?
- Abrela para averiguarlo - levanté los hombros y quité un sello que lo redeaba, dentro había una carta y unas llaves de coche. Miré a Rachel que sonrió picaramente. Arqueé una ceja y abrí la carta para leerla...

Después de mirar la extraña actitud de Rachel, me dediqué a leer la carta en voz alta.

- "Señor Osman" ese soy yo "necesitamos de su ayuda para resolver un caso extramadamente urgente" ¿Un caso extremadamente urgente? Rachel ¿qué es es...? - pero no pude completar mi pregunta pues ella me ordenó con la mirada continuar - de acuerdo "Hay pistas que han dejado por todas partes, y tiene que seguirlas una a una. En esta caja se encuentra una llave, cuando encuentre en donde encaja hayará la primera pista. Buena suerte"

Me quedé por un momento sin saber qué hacer, la giré y traté de comprender qué demonios significaba, Rachel se levantó de un saltito preguntandome si sabía de qué podrían ser las llaves

- Claro, de un coche... - sonrió y me tomó de la mano para llevarme fuera del departamento.

En el elevador me di cuenta del celular, era bastante... pues realmente genial, nada en comparación con lo que yo tenía en mi mochila, además de no tener batería. Rachel me lo quitó y lo guardó en el bolsillo del saco, en ese momento sonó la campanilla del elevador, habíamos llegado al sótano.

- Creo que ya llegamos - dijo y la puerta del elevador se fue abriendo como en cámara lenta... no podía creer lo que estaba mirando.

Un estacionamiento lleno de Aston Martin's... Aston...Rachel

- ¡Oye! ¿Cómo es...?¿Por qué tú...?¿Eres una Aston Martin? - pregunté atónito a lo que ella sonrió bastante coqueta... estaba con una Aston Martin en un estacionamiento lleno de Aston Martin's...

¿Era el cielo?

Apenas pude cerrar la boca cuando Rachel me tomó de la mano para llevarme a ver los espectaculares automoviles que estaban frente de mi. Además tenía que elegir un auto para ver a cual le quedaba la llave.

- ¿Pero cuál auto es?

Rachel levantó los hombros, por lo que me dejó la elección del "de tin ma rin..." Fue entonces que vi el auto, ese auto. Un Aston Martin 64, color plata, justo como el que manejó Sean Connery.

- ¿Lo pruebo en aquel? - pregunté y Rachel me dijo que lo hiciera. Comencé a rogarle a varios santos para que fuera la llave de ese coche.

¡Y lo era!

Abrí la puerta y abrí la de Rachel por dentro. El olor era extraordinario, cuero, como si jamás lo hubieran usando, la palanca se sentía tan flojita y los asientos eran mejor que muchos cojines reclinables a los que me había montado jamás. Era el automovil de mis sueños. Apenas lo estaba terminando de explorar ( - ¡su tablero original! - ) cuando Rachel me dijo que abriera la guantera, eso hice, aun tan emocionado como niño con juguete nuevo. Y ahí había una carta más...

La abrí y decía sólo una frase.

"Empire State"

- ¿Qué se supone que haga?

- Ir allá, obvio

- Entonces... ¿puedo...? - hizo un gesto con la mano y no pude esperar más para encenderlo y escuchar el melodioso sonido de su motor. Eso era felicidad

Estaba encantado, creo que ni en mi mejor navidad pude sentir tal emoción por estrenar algo... aunque fuera prestado. Rachel me dio un celular con el que mantendría comunicación con ella. Estando en un coche así, ¿para qué bajarse y perderse de la compañía?

Cuando Rachel me dijo, miré por el espejo retrovisor. tenía razón, había alguien que nos estaba siguiendo, y no podía notar quién era, Tampoco hubiera servido de mucho, no conozco a muchos en la ciudad.

Pero todo mi desconcierto se hizo presente cuando me pidió que acelerara, y peor que chocara el coche.

- ¿Estas loca? No podría... además - miré que aun nos seguían, mi padre me permitía manejar el coche y era temido por la velocidad en que llegaba sin un rasguño. - Rachel me miró incredula - Avignon puede ser un lugar bastante acelerado - sonreí con cierta maldad recordando mis travesuras - abrochate el cinturon

Acto seguido giré el volante y comenzamos a meternos por calles, que por suerte nos sacaron a la avenida principal. Pero el coche aun venía tras de nosotros.

No dejé de mirar el espejo ¿quiénes eran esos tipos y porqué nos seguían?

- ¿sabes quienes son? - Rachel negó con un movimiento de cabeza - bueno, entonces... - para mi sorpresa un auto más se nos pegó mucho y empujó el coche - pero qué demonios... - Rachel se agarró del asiento - bueno, no investigaremos qué quieren - jalé el freno de mano y el auto se enfrenó de golpe dejando que ellos avanzaran, entonces puse la primera velocidad, aceleré y cuando vi un espacio quité el freno y salimos disparados para que no nos alcanzaran.

Ya con el aparato las cosas eran más fáciles, podía perderme en Nueva York fácilmente. Sin embargo, apenas podía revisarlo cuando escuché la angustiada vos de Rachel, miré un lado la ventana y miré la metralladora que nos amenazaba.

- ¡Agachate! - Rachel se agachó, el volante regresó a mis manos y de inmediato apreté el acelerador que nos alejaría de esos raros sujetos.

Comenzaron a disparar y como pude con lo que memoricé me metí en un callejón que hace poco había conocido

- No te vayas a levantar - le ordené a la chica, que estaba agachada con su cabeza en las rodillas. Sentí los disparos que estaban muy cerca de nosotros, me metí en otro callejón y de ahí tomé la derecha donde entramos en una bodega, nos ocultamos a un lado y...

El otro carro se siguió de largo.

- Que suerte que me la pase de vago - dije tocándome el pecho - ¿estas bien? - le pregunté a Rachel que tenía el cabello alborotado, sonreí - te ves graciosa - ella bajó el espejo vanidoso y la ayudé a acomodarse su cabello - tienes un cabello muy suave...

Me quedé mirándola sintiendo que mis mejillas se sonrojaban.

- Ahora... - regresé mi mano a mi - hay que esperar