Empezando de nuevo..

Para no variar... se me hizo tarde. No pude decirle a bien a Rachel a dónde me dirigía, sólo tomé mi mochila y salí volado. Carmen me estaba esperando desde no sé a qué horas y yo, por estar soñando que estaba en el buffett más grande del mundo, dormí cinco minutos que se transformaron en 1 hora más.

Una cosa más que me fue muy util fue que Rachel salió antes de que yo lo hiciera, ya si preguntaba... bueno, luego le inventaría algo.

Estaba emocionado, no sabía qué iba a pasar, entraría a la universidad, como jamás lo hubiera imaginado de no ser por esa mujer que encontré en el avión y a quien tanto aprecio le tomé.

Llegué de mera casualidad, en parte eso de ser lobo era bueno para la hora de correr, así que, después de una carrera que le ganaría al humano más rápido, me encontré, parada enfrente de unos carteles, a Carmen.

- Hola, lamento la demora

- Lo siento, es que... nunca he sido muy puntual que digamos - levanté los hombros sonriendole como niño después de haber hecho una travesura - pero ya estoy listo ahora a dónde vamos - ella me señaló el camino y caminamos por el pasillo. - ¿sabes? Aun te estoy muy agradecido por todo, no sé como pagarte todo... porque lo haré, no me quedaría sin pagarte ni un centavo. - torcí mi boca a un lado - has sido muy amable Carmen

De acuerdo, nada de agradecimientos, aunque sabía muy bien que eso pasaría, o sería a quien le echara la culpa si es que no me iba bien en la escuela.

Está bien, no, sólo jugaba.

Entramos a las oficinas y en tanto esperaba a que volviera Carmen, me puse a leer algunos de los carteles que estaban pegados en la pared. Había uno de comunicación que le puse atención. ¿sería eso lo mío? Quizas... o más bien, eso esperaba. Bueno, nada iba a perder si lo intentaba y le echaba ganas, tenía que hacer una buena labor y no quedarle mal a nadie.

Escuché mi nombre y vi que Carmen salía con algunos papeles que supongo, tenía que firmar.

Bueno, era hora Keane.

- Ok - dije con los papeles en la mano, Carmen me dio una pluma y comencé a leer. No sabía que hasta para estar en la escuela tenías que firmar documentos. Me los puse a leer, era, en realidad todo lo de la beca. - bueno, creo que todo está en orden - me recargué y firme. Ya tenía un pie adentro.

Dos minutos después, Carmen dejó los papeles y me dio otra hoja. Era el horario. Así que ya no había marcha atras, era hora de mi nueva vida en la universidad.

- ¿Vamos? - preguntó la chica, y con un ligero suspiro, fui con ella.

- Sí... - me paré derecho - claro, vamos - comenzamos a caminar por la universidad, según el horario, la primera clase iba a ser a las nueve de la mañana, y tendríamos un rato para poder explorar. Era enorme, afortunadamente estaba acomodado por facultades, por lo que el area de comunicación no era tan grande, entonces, quizas esté tan lejos de... - oye... ¿y tu qué vas a estudiar?

- ¿Piano? - repetí incredulo - ¿se puede estudiar eso como carrera? - Carmen me miró con cara de pocos amigos - bueno, entonces supongo que si. - ella sonrió al dejarme callado así - bueno, ¿y qué tan habil eres para la música? - ella alzó los hombros hablando con modestia de sus habilidades musicales - ¿enserio? Carmen, tienes que mostrarme entonces... - llegamos a una columna en donde estaba el mapa del campus - mira, las facultades de música y de comunicación no están lejos - puse mi mano como para contar distancia en dedos - me parece que una palma de mi mano es lo que nos separa... - tomé su mano y la puse como la mía - mano y media tuya...
Ambos nos reimos de las tonterías que se me ocurrían.

- Claro que quiero verte tocar el piano... - dije retomando la platica caminando hacia la facultad - tú me verás cara de un niño que no sabe nada, o que no sabe apreciar, pero me gusta mucho la música, en especial la clásica - Carmen me miró sorprendida - bueno, una cosa es que no parezca una persona culta, pero no significa que no lo sea - Le ofrecí mi brazo para caminar - vamos, busquemos una sala vacia... no me mainterpretes, sólo quiero buscar una sala donde haya un piano para escucharte un poco, vamos...

Me senté a un lado para escuchar detenidamente la interpretación de Carmen. Desde el inicio había notado que era una chica culta, que parecía disfrutar de todas las artes, pero desde el inicio, la música era lo que más le hacía brillar los ojos. Comenzó a tocar su melodía y me di cuenta que cerró los ojos, como evocando otro momento en el que yo, claro, desaparecía en la faz de la tierra. Así que decidí acompañarla y cerrar los ojos a imaginar como ella...
Y eso hice.
Fue como volver a la época más feliz de mi vida, junto a los juegos, a la compañía, a su olor... siempre junto a ella, miré de nuevo su sonrisa y sus ojos resplandeciendo.
Mi imagen se fue justo en el momento en que Carmen dejó el piano, levanté el rostro y noté que esperaba una reacción de mi parte, entonces me levanté y me senté a su lado. Le dí un beso en su mejilla fría y le sonreí.
- Eres muchisimo mejor pianista de lo que había imaginado - dije en forma de halago - ¿puedes tocar otra? volteé a ver el reloj - aun tenemos tiempo.
Además, quería que su música me volviera a sacar de ahí y pudiera viajar en el tiempo... en mi corazón.

Le hice caso y cerré los ojos como me pidió. Traté de no pensar en nada, pero era inevitable hacerlo, ya me había entrado a la cabeza la primera imagen que se terminó de acompletar en el momento en que ella comenzó a tocar las teclas.

Ahora regresaba parte de mi adolescencia, en donde sonreíamos pícaramente después de cometer alguna travesura, ella resplandecía y yo me sentía feliz, completo, podía estar así todo el tiempo, escuchando a Carmen que me invitaba cada minuto más a regresar en el tiempo, en el que mi corazón latía sin premura.

De nuevo abrí los ojos cuando ella paró. Le sonreí, no sabía como expresarle mi infinito agradecimiento por hacerme recordar lo mejor de mi vida.

- Gracias - sonreí y ella me contestó con otra sonrisa igual.

Le iba a pedir que tocara otra, pero en ese momento sonó un reloj. Era hora de irnos.

- No sería la primera vez que sucediera - a mi mente llegaron los nombres del profesor Smith, de la maestra Jones, de mi maestro Williams, y de todos aquellos que me recordaron por no poder controlarme - es una forma en la que los demás no te olviden jamás, además, la puntualidad nunca ha sido lo mío.

Carmen me dio un ligero golpe en el brazo, yo le sonreí divertido y le abrí la puerta para que salieramos juntos por el campus.

- Pero no te preocupes, no sólo me recuerdan mis profesores por impuntual - ella me miró seria - también por dormilon, por hablar... por estar molestando a otros no tanto, ya se me quitó eso de aventar papelitos al cabello de otros - sonreí todavía más travieso y recibí otro golpe de Carmen

Me quedé pensando al respecto. Era una muy buena pregunta que no había pensado jamás...
- Pues... - me rasqué la mejilla - alguna vez... no, eso no - ella me miró asustada - bueno, estoy seguro que pensaré en algo. Es que jamás he sido el mejor alumno de todos, jamás he sido tan nerd, ni tan buen deportista... pero creo que a todos les gusta un entusiasmo que suelo tener - recordé que alguna vez me habían dicho eso - digo, no es lo mejor, pero es lo que me caracteriza - le guiñé un ojo a Carmen

- Me toca el salón... - revisé mi horario - A145, primer píso - le ofrecí mi brazo y seguimos caminando a la parte de arriba en donde muchas personas se nos quedaron viendo. Supongo que era que miraban a Carmen, era una chica tan bonita que supongo me debían de tener envidia de estar a su lado - mira... - le susurré - todos nos observan - ella fruncio el ceño y yo pegué más su brazo al mío cosa que le extrañó - creo que jamás me habían odiado tantos por llevar del brazo a alguien tan guapa - le levanté una ceja sonriendole coquetamente