Lo que menos hubiera imaginado

No quería, no podía separme ya de ella, sentía que eso iba a ser como quitarme el aire que acababa de descubrir, necesitaba tanto. Todo en ese día se había dado para que estuvieramos tan... para que yo... para que ella.

Muy bien, acababa de descubrir que el amor puede hacerme más tonto de lo que ya soy. Un momento, ¿el amor? Abrí mis ojos sorprendido, ella los abrió casi a la par.

De pronto me di cuenta de que estar a su lado, besarla, disfrutar tanto cada momento me hacían pensar en... amor. Por Dios, estaba enamorado. Sonreí tan abiertamente que en sus ojos noté confusión.

- ¿pasa algo? - pero se lo negué, la besé apasionadamente.

- No, no pasa nada malo... sólo, sólo... - le rosé los labios con los míos, me acerqué a su oido y le susurré - creo que... estoy enamorado - ahora sólo esperaba que ella no huyera corriendo por un chiquillo loco que en menos de pocas horas de conocerla, reconocía que... estaba enamorado.

Me reí.

- Mientras tu lo demandas, yo le mandaré una canasta de frutas... - sonreí - creo que jamás había estado agradecido con nadie, no tanto... - lo pensé - no, nunca antes... talvez merezca algo mejor que sólo una canasta de frutas... ¿que crees que a cupido le guste?

Ella también se quedó pensando en ello

- Mmm... podría empeñar lo que fuera, tengo una moto, un celular que apenas funciona... puedo empeñar todo ¿sabes? excepto una cosa... - me preguntó que era aquello que no podría empeñar. Le tomé de la barbilla - ¿no te lo imaginas? - ella lo negó - lo unico que no puedo empeñar es mi corazón... porque ese, ya es tuyo.

- Preferiría darle un coche - contesté seguro - sí, es mejor para él - Carmen me insistió que sería bueno presentarle a alguien, pero yo lo negué - No, no porque no sé quien le pueda gustar a cupido... y si quiero quedar bien tendría que darle a la mujer perfecta... - La apreté a mi brazo - y no pienso compartirte... - le guiñé el ojo coquetamente.

Seguimos caminando, ella recargada en mi brazo, cada segundo más contento, cada momento más feliz. ¿Es que de verdad podía existir tanta felicidad?

- Yo creo que podríamos darle un Aston Martin, como el de James Bond... aunque claro, no tiene mi porte, pero es un muy buen carro - Carmen sonrió... A cupido podía darle lo que fuera, todo, por ese momento de felicidad infinita

Cuando me dijo que no era como James Bond puse cara de pocos amigos, era como una ofensa para mi, todos los chicos siempre hemos deseado ser como él. Un gran auto, un excelente porte y la chica más guapa... A mi sólo me faltaba el auto.

Sin embargo, cuando señaló las ventanas mencionando a las fans no pude contener una risotada.

- Pues que esperen sentadas. Que éste lobo ya está apartado... - ella sonrió sin poder creer mi carencia de modestia - yo no tengo la culpa de ser tan encantador, ni tu, de ser... el amor de mi vida

De pronto me di cuenta de lo que decía. Primero le dije que estaba enamorado, ahora que era el amor de mi vida... Ella me jaló a sí misma y me dio un beso apasionado el cual le correspondí hasta que me quedé sin aire.

- Calma hermosa... - suspiré - no te preocupes, que soy tuyo... - la abracé por la cintura - tuyo y de nadie más...

- Bueno... - lo analicé por un momento - la recompensa tendría que ser un precio muy alto, yo sé que lo valgo - Carmen me dio un codazo en el estómago - no es cierto, estoy jugando - me agaché tomandome el estómago. En ese momento Carmen se dio cuenta del daño que me había causado... Me levanté de golpe, no quería que se preocupara - ¡es broma! - dije sonriendo, pero ella no me creyó mucho. - Anda, no pasa nada - le di un beso en la mejilla - sigamos caminando, no vaya a ser que nos esten vigilando para secuestrarme - bromeé y con ello rompí la preocupación.

Seguimos caminando tomados de la mano. Sin que nos dieramos cuenta hablamos de muchas cosas en el camino, me habló de sus hermanas, y yo le conté de la mía, luego de a qué nos dedicábamos y nuestras vidas. La escuchaba con toda mi atención, quería saber todo de ella y a la vez no quería saber nada... en verdad, lo que deseaba era descubrir todo de ella yo mismo... no ansiaba otra más en ese momento que tener la eternidad para conocerla.

Vi que en sus ojos existía una cierta sombra que oscurecía el brillo que había tendio en todo el día. Le levanté el rostro a mi

- ¿Qué pasa? - ella cambió de lado la mirada, avergonzada - ¿qué sucede? dime... juro que no te comeré... bueno, no si no quieres - sonreí y logré que ella también lo hiciera. Finalmente me dijo su preocupación. Yo me quedé un poco perplejo, no creí que pensara que no quería perderme así, tan pronto como dijo ella.

Me quedé pensando un segundo.

- Tengo entendido - dije - que mientras seas una vampiresa... como lo eres, yo siempre tendré que estar alerta... es decir, que no podría dejar de ser, como soy mientras tu seas como eres - asintió - entonces, si tu no dejas de ser vampiro, yo no dejaré de ser lobo, y como tu no dejaras de ser vampiro, yo no dejaré de ser lobo, y como los vampiros son eternos, yo me volveré eterno... ¿verdad? - ella volvió a asentir un poco confundida de tantas palabras que soltaba - entonces... si no hay forma de ser como un mortal de nuevo... - la detuve de frente y me hinqué frente a ella en un loco impulso - permiteme que nuestro amor siga siendo eterno...

De pronto los dos nos quedamos en una escena en la que ella estaba mirandome hacia abajo, y yo tenía su mano tomada, hincado...

- Sé que no tengo dudas de lo que siento, ni de lo que sientes. Sé que el amor debe ser eterno, nosotros lo somos, sé que sólo existe un amor en ésta vida... y esa persona, Carmen... eres tú. Y lo que sé mejor que nada, es que apartir de hoy, y hasta lo que me reste de existencia, no podré vivir sin ti... - le di un beso en la mano, estaba conciente de que no tenía un anillo ahi mismo, ni siquiera un aro de cebolla con el cual simular el simbolo de lo que quería decirle... - cásate conmigo...

Ella aceptó. No sabía porqué le había pedido matrimonio, jamás lo había pensado, era como, si al haberla visto hubiera provocado dentro de mi esos sentimientos que... vamos, no creí que pudieran existir. Era como si acabaran de juntar esa pieza exacta en el rompecabezas, la pieza que no sabía que iba ahí, pero que ahora que la tenía, era...

No pude terminar de pensar cuando Carmen se me aventó para darme un beso apasionado, casi nos caemos, hasta que de hecho, yo me dejé caer. Ella cayó en mi pecho riendo, rodamos y ella quedó en el piso, yo me encargué de mirarla a los ojos y quitarle el cabello de su rostro...

- Gracias - le susurre - gracias por hacerme tan feliz... - le di un beso rosandole los labios que se fue intensificando... la amaba, la amaba como jamás había amado a alguien - ¿Te imaginas? Yo Keane Cullen y tu Carmen Osman - le di un beso, pero levanté de pronto mi cabeza asuatandola - ¿sabes? Creo que me gusta como se oye...

Nos quedamos mirando a los ojos, sus ojos, me hipnotizaban, me atraían a ella... me hacían amarla segundo a segundo... Le di un ligero beso y me levanté

- Vente, vamos... - la tomé de la mano y la levanté - vamos... - le sonreí - confía en mi...

La levanté y ella fue conmigo. Entramos al casino el cual estaba repleto de gente por doquier. Sin soltar la mano de Carmen fui corriendo hacia la parte de atras, donde estaba la parte de la tienda... Antes de entrar había visto algo que me había gustado.

- Esperame aquí - le dije haciendo que se quedara quieta junto a un tragamonedas - regreso en un segundo... y si te intentan secuestrar, di que estas comprometida con un hombre lobo que lo puede romper en dos - sonreí y le di un beso ligero en los labios - esperame aquí, regreso - le di otro beso y con el pesar de mi corazón me alejé de ella para internarme en una tienda de recuerdos...

Sonó la campanilla de la puerta, la cual ignoraba porqué se encontraba ahí, con tanto ruido en el casino... sin embargo, el señor que atendía se veía muy amable.

- Hola, buenas noches ¿le puedo servir en algo?

- Sí - dije apresurado buscando lo que había visto - yo pasé hace rato y... miré en el mostrador... - le señalé aquel pequeño objeto del mostrador - me lo da, por favor

- ¿éste? - asentí - van a ser 200 dolares joven

- ¿200 dolares? - repetí asustado - bueno, si tuviera algo mejor para ella, seguro lo pagaría... - dije pensando en voz alta

- ¿Es para su novia?

- Para mi prometida

- Estoy seguro le gustará - sonreí abiertamente y pagué con mis ahorros. Pero es que era verdad, ella merecía algo mejor, o tal vez el mundo... yo sólo le podía ofrecer eso, por ahora, claro.

Regresé con una cajita envuelta, miré que Carmen jugueteaba con unas monedas que había ganado y me preguntó a qué había entrado...

- Toma - le di la cajita que abrió con impaciencia - es algo muy pequeño, pero que en cuanto te vi, me lo recordó...

De la cajita Carmen sacó una flor de vidrio violeta, que resplandecía con la luz que nos rodeaba.

- Es... poco, pero... siento que así es como brillan tus ojos - sonreí sincero esperando que le gustara

En realidad, yo tampoco quería que esto se acabara, había sido un día que había comenzado en lo más extraordinario hasta... tener a la mujer de mi vida justo frente mío.

¿Qué más podía querer o desear teniendola ella a lado? Miré maravillado sus ojos. Esos ojos que podían transmitirme más de lo que podían hacer mil palabras... La tomé de los hombros y le di un beso muy delicado, rosando sus labios...

Los dos teníamos cerrados los ojos, el casino en ese momento era lo de menos, la gente también lo era. Tenerla a mi lado con esa rosa a entre sus delicados dedos era justo lo que necesitaba para ser feliz...

- ¿Sabes la cantidad de fans mías que van a querer impedir nuestra boda? - ella levantó la ceja, y me dio un golpe en el brazo - ok, también la cantidad de fans tuyos que lo intentarán... - ambos sonreíamos, la volví a tomar de su rostro para besarla... - no te preocupes, no dejaré que ninguno de nuestros fans lo impidan... - puso los ojos en blanco, yo le di un beso en la mejilla y le susurré a su oido - Te amo... - ella sonrió y nos volvimos a besar apasionadamente.

De repente ocurrió algo extraño mientras la besaba...

Pensé: "Es lo que quieres, tienes que quedarte con ella, cásate y escapate con ella al fin del mundo" en ese momento vi la capilla que estaba ahí "anda, ve y casate con ella" Sí, no era una mala idea, al contrario, desde que la vi pensé en casarme con ella, pero... "Ve a la capilla, cásate, anda" No, no sé, yo siempre he visto que las mujeres quieren casarse de blanco y con toda la fiesta...

Carmen entonces se dio cuenta de mi discusion interna.

- Pensaba... ¿te gustaría casarte aqui o...? - en ese momento llegó un sujeto vestido de Elvis para entregarnos una propaganda de la capilla... Levanté los hombros y se la di - tu decide Carmen... - la miré a los ojos mientras ella decidía

Quedé perplejo. Ella me estaba pidiendo a mi que nos casaramos en la capilla...

- ¿No te importa que nos case Elvis? - Ella lo negó - bueno... es que es el rey, ¡Cómo negarse al rey! - ella se rio - pero... ¿es lo que quieres? Yo me puedo casar contigo si quieres en las cataratas del Niagara, aquí, en Alaska, en donde sea... pero quiero estar contigo y si alguna vez soñaste con eso, no quiero que... - en ese momento ella me besó para que me callara - te diré que ese es el mejor método que pudiste encontrar para que me calle... - le di otro ligero beso y la tomé de la mano para ir a donde estaba la propaganda de Elvis.