El final de nuestra historia

Habíamos regresado de Rusia, nuestro último viaje juntos, o al parecer al menos eso parecía, durante el vuelo ni siquiera me abrazó, ni tampoco hice el intento por que lo hiciera, todo el tiempo me la pasé despierta, hasta que llegamos aquí, tampoco iba a poder dormir, no importaba demasiado esto, estaba cansada y fastidiada de otras cosas, no de no dormir, ya lo haría en algún momento, unos minutos cuando pudiera y quisiera, cuando tuviera ánimo.

Llegamos al departamento, respiraba cada vez más profundo por saber que el adiós se estaba aproximando cada vez más, cada vez me golpeaba más fuerte la idea de que tenía que dejarlo, eran como heridas que no se iban a otro lado que no fuera el corazón, mi tonto corazón que se había enamorado de alguien... él valía la pena, él era un hombre extraordinario... sí... él era un hombre y yo una niña, por más que quisiera no serlo, no podía, todavía faltaba demasiado, ¿cómo poner a luchar un siglo de vida con tan sólo diecinueve años? ¿cómo querer unir lo naturalmente separado? ¿cómo creer que una perfecta ironía tendría un final feliz? era imposible, no sabía a quien habíamos querido engañar, éramos y somo polos opuestos, en un respiro más quizá me hubiera acabado el aire que existía en ese pequeño espacio que era el elevador, se me hacía tan grande al no poder estar entre sus brazos, todos los recuerdos se empezaron a agolpar en mi cabeza, pensar que hace tres meses brincaba y corría por él y hacia él y hoy... hoy no tenía ánimos de nada, incluso pensar me estaba agotando.

Todavía no aceptaba que me iba a separar del amor de mi vida, del hombre de mi vida… no... Joseph no es el hombre de mi vida, ni el amor de mi vida, ni siquiera de mi existencia, no lo era, no lo fue y no lo es... él era mi vida y mi existencia misma, él le daba sentido a todo esto, sabía que no estaba, pero también estaba conciente de que iba a regresar en algún momento para estar conmigo aunque fuera un segundo entre sus brazos para después estar sin él otro tiempo más, pero no interesaba eso ahora, ahora él se iba y yo... pensaba regresarme a Portugal, quizá nunca debí salir de ahí, nunca debí ser lo que era, me alejé de mis padres, de mi casa y ahora los padres que tenía... también los dejaría, no me interesaba nada pues... me iba a separar de mi vida y no sabía que era lo que quedaría después de esto, una vida ya no sería, al menos intentaría estar a salvo con mis padres, ellos ni siquiera sabían que me había casado, regresaría a mi casa de ser una niña consentida y mimada a ser un intento de mujer, con un matrimonio fallido y con el corazón hecho añicos "Siempre has sido patética, Clarisse, no debiste irte de tu burbujita", seguro ellos me dirían que era una niña que se me pasaría, pero yo sabía y estaba conciente de que no era así, lo amaba tanto... que todavía nadie entendía cuanto, ni él.

Abrí la puerta y entré hasta la sala prendiendo las luces, en el comedor encontré un ángel en la mesa y se lo enseñé, una sonrisa mezclada de tristeza y decepción apareció en mi rostro -Mira… por si estabas en Navidad para que como hombre de la casa terminaras de decorar el árbol- me reí, si no lo hacía me pondría a llorar, y lo aventé al bote de basura en donde se escuchó como se desmoronó -No me ha dado tiempo de quitar los arreglos de Navidad, ya lo haré con más tiempo, le diré a Anthony que venga a recoger el tiradero que puso en la casa- intentaba sonreír pero pocas veces lo lograba; había algunas cajas de regalo debajo del árbol, caminé hacia él y tomé las cajas, regresé cerca del comedor y las puse encima de la mesa -Esto también es tuyo…- en ese momento me dí cuenta que aparentemente me quería separar de él, que llevaba prisa por hacerlo, que incluso no me interesaba o que tal vez lo estaba corriendo de lo que era su casa, suspiré, pues no era así, lo que menos quería era que de nuevo tuviera que cruzar esa puerta para salir e irse para no regresar.

Tomé el teléfono y lo volví a colocar en su lugar, aún no podía -Con respecto a los abogados, no sé… puedo hablarle a Brian y que permita que uno de los de su empresa me asesore, pero en realidad no quiero nada material…- “Lo único que quiero se irá contigo… ¿qué importa lo material?” encogí los hombros, no tenía contemplado contratar un abogado y menos por esta situación… disolución matrimonial, negué con la cabeza y caminé hasta la cocina para preparar un café, encendí la cafetera -¿Quieres café?- saqué una taza y otra por si de casualidad se le ocurría fingir nuevamente, me estaba muriendo en este preciso momento ¿Existiría alguna agonía más grande que esta? Ya había sobrevivido un vuelo y ahora así, verlo de frente como si nada sucediera, bonita manera de arruinar una boda, un sueño, un matrimonio, una vida, una existencia y también lo que pudo ser una linda luna de miel, parecía que nosotros no nos quedábamos a medias y teníamos que arruinar todo lo que se nos atravesara -Si quieres también te puedo devolver el auto, a mí no me interesa nada material, realmente sólo necesito que me digas ¿quién va a llevar el trámite?- serví el café y le puse un tanto de azúcar, no era que tuviera antojo de café, incluso sed o algo por el estilo, sólo quería quitarme la pereza que poco a poco se iba apoderando de mí y hacía que los ojos me empezaran a pesar cada vez más, quería permanecer despierta todo lo posible para no decir que había desperdiciado mis últimos instantes a su lado… dormida, o tal vez era mejor dormir y al despertar creer que esto había sido una pesadilla aún peor, lo más doloroso era que al despertar me daría cuenta que el sueño era que esto no sucedía y que mi realidad era que lo perdía todo, pues no despertaría en sus brazos como cada mañana y me convencería de que tenía que ir a la escuela, se me hizo un nudo en la garganta.

De pronto todo se redujo a una frase “Te lo dije” era todo lo que cruzaba por mi mente con la sola idea de que le hablaría a mi padre para decirle que necesitaba asesoría jurídica con respecto a la disolución de mi matrimonio con poco menos de tres meses de duración… “Te lo dije”, las únicas palabras que no quería escuchar y que serían las que escucharía, siempre sabía que rea bueno y lo más recomendable escuchar a los padres, pero lo amaba... no, no lo amaba... lo amo -Ehm… no sé que se haga en estos casos, nunca me había divorcidado- sonreí irónica y dí un pequeño trago a mi café al cual ni siquiera sabor le agarraba, pero esto no interesó por que le puse más azúcar, en ese instante mi estómago me recordó que no había ingerido nada de comer, ni comer ni dormir… vaya, sabía que sin él poco me importaría lo demás, de nuevo quería llorar “No, dijiste que ya no querías a la niña” ¿las mujeres lloran? Rose no lo hace, Carmen no lo hace, Kate no lo hace… bueno todas son vampiresas así que poco me servía este punto de referencia “Tendrás tiempo de ahogarte en tus propias lágrimas cuando ya no lo veas, ahora te aguantas y asumes tus responsabilidades” me quedé viéndolo fijamente unos instantes…

De tanto verlo me iba a dar algo, no necesitaba verlo tanto para grabarme cada detalle en la memoria, pues lo conocía más que a mí misma, finalmente bajé la mirada, no quería incomodarlo -Creo que mejor buscas tú al abogado, perdona tantas tonterías, es que no quiero regaños ni nada en este momento, cuando los pueda soportar entonces hablaré pero ahora no lo quiero...- "Asume tus responsabilidades" ocultar mi divorcio no era lo mejor pero tenía miedo a que me resonara no una sino mil veces esa frase tan odiosa "Te lo dije", eso era algo que no me gustaba, cuando necesitabas apoyo o palabras de afecto, lo único que te decían era eso, primero hablaría con Reth... no... no tenía muchas opciones, pero tampoco podía dejar que me vieran mal, pues se le iban a querer aventar encima y él no tenía la culpa... bueno... no importaba eso -...bueno no es que no quiera, obvio les voy a decir, sólo que primero quiero que todo esté solucionado para que no se quieran meter en asuntos que sólo nos incumben a los dos- buen pretexto el mío, él sabía perfectamente que nunca le ocultaba nada a mis padres pero esta sería la primera ocasión, ya que me la pasara encerrada unos días llorando y que los ojos se me desinflamaran después de esto, los buscaría y les diría a todos lo que había ocurrido, que seguía viva aparentemente pero estaba muerta en la más dolorosa de mis realidades.

Caminé a donde estaba él, quería pedirle algo... un abrazo, quería abrazarlo, mis brazos me quemaban, quería estar de nuevo ahí aunque fuera para decirle adiós, quería tener esa protección de nuevo pero no sabía como decirle... me quería acercar más, no... no lo haría... no podía, me tendría que aguantar, él era el único que me podía consolar con sólo una mirada tierna o un abrazo y ahora ya no lo tendría... ni siquiera como despedida, me abrazaría sola, sabía que en cuanto entrara al cuarto pasaría algún tiempo para volver a salir de ahí, al menos así no me tendría que cuidar... me dio miedo esto... sino me tenía que cuidar no tenía nada para que verlo "Rayos" -¿Nos dejaremos de ver definitivamente?- las palabras se me atoraron en la garganta "No quiero que me cuides desde las sombras si eso quiere decir que yo no te veré a ti, también te quiero ver y saber como estarás" lo miré unos segundos a los ojos, pero bajé la vista nuevamente, no me quería perder en ellos, los brazos me picaban y las piernas podía sentirlas tensas de la presión tan fuerte que estaba haciendo para no moverme más de mi sitio, quizá si seguía así podría romper el piso y llegar con la vecina del piso de abajo.

Me quedó de pie en la sala mientras escucho como empieza con sus cosas, cada uno de sus pasos, cada uno de sus movimientos le hace un corte a mi corazón que está por desgajarse por completo, las lágrimas no salen... no sé si sentirme orgullosa y regresar a lo mismo, observo su regreso y esa maleta en la mano, aún así no se asoman aquellas gotas de agua salada que deberían estarme matando este preciso instante.

Termino el café de un sorbo y me quedo viéndolo, lo abrazo sin mucho ánimo, no porque no quiera sino porque sé que debo dejarlo partir, que ya no podré estar así de nuevo, que sus brazos ya no serán más mi refugio, que incluso ya no tendré su consuelo, ni su seguridad, no tendré nada de lo que él me daba, lo perdería... perdería todo, lo perdería a él, su beso... aquél beso que desde aquél bosque estaba deseando llegó pero también su respuesta fue simple aunque sí con mucho amor, no podía dejarme llevar si quería dejarlo salir de ese sitio.

Retuve más tiempo su mano entre la mía -No, Jos, no te preocupes, estaré bien sola, no quiero molestar a nadie y quizá ellos tengan cosas que hacer, quiero tiempo y espacio para pensar en lo que estoy haciendo y en que será después de esto, quiero estar sola un tiempo...- sonreí a medias y solté su mano con demasiado pesar, ver que se va, aquellos besos ya no me llenan, son los últimos, son los que indican su partida, no los quiero, me cortan la piel, me hacen daño, me lastiman, me deshacen -Puedes venir aquí por tus cosas cuando quieras no es que no quiera ayudarte a empacar, sólo que mejor acomodas como tú quieras y así sabes donde va cada cosa...- así podría verlo aunque fuera una vez más cuando viniera por las cosas, por un momento pasa por mi cabeza que es lo único que lleva en esa maleta y un escalofrío me recorre.

Antes de que se acerque más a esa puerta me pongo entre ella y él -Jos... sólo es un último favor... algo así como la última voluntad de alguien que está en agonía...- bueno más parecido no podía ser, estaba agonizando -...no te pongas en peligro volviendo a cazar... por favor... te lo suplico- por más que me estoy muriendo las lágrimas no salen pero mi preocupación sí -Y si después del divorcio lo que planeas es seguir con tu venganza hacia los licántropos...- no, eso era demasiado, bueno al fin y al cabo ya me había matado, ya había regresado a matar a sus enemigos -... olvida esa última tontería, sólo no te pongas en peligro, no podría estar tranquila ni mucho menos intentar hablarte para que vengas a verme si sé que quizá un timbrazo a ese celular puede hacer que te distraigas y algo más te pase...- llevé mi mano hasta su mejilla, no pude evitarlo, y lo acaricié haciendo un poco de presión -Hagamos un trato... tú no te pones en peligro y yo... yo no pierdo la tonta escuela- mi mirada era suplicante, saberlo en peligro de nuevo sería una agonía aún peor -Jos, cuídate por mí, me lo prometiste, que sea la única promesa que no rompas, por favor- me paré de puntas apoyándome en sus hombros para alcanzar su frente -No te quiero perder por completo, Jos, necesito que alguien me recuerde que tengo que cuidarme y sabes que no hago caso, cuídate para que tenga un motivo para hacerlo yo también- me separé de él y le dejé el camino libre de la puerta .

Lo observo cuando se empieza a marchar, lo tengo que dejar ir pero no puedo -No, no acepto ese trato, Joseph sabes a lo que me refiero, no quiero tener la preocupación de saber que algún estúpido lobo enojado pueda hacerte algún daño...- corrí a sus brazos y cuando las lágrimas iban a salir me contuve, respiré profundo -Los arranques sabes que no se pueden controlar, por favor amor, por favor, te lo ruego, no caces, no lo hagas por favor...- mis brazos se cerraron alrededor suyo esperando que me respondiera ese que sería nuestro último abrazo.

Levanté el rostro para verlo -Sé que no puedo pedir nada, sé que no puedo exigir, pero no es ni una exigencia ni un pedimento es una súplica... te lo súplico, no caces... no por que sean lycans no me interesa eso, me importas tú, tu bienestar, que no estés en peligro, amor... Joseph, no me pidas que me cuide sino lo harás tú... los accidentes llegan solos y sabes que a mí me siguen, igual que tú me puedo cuidar todo, pero nada evitará que algo me suceda...- era un vil chantaje, lo sabía, pero no quería que le pasara nada, nada, no lo soportaría -Esto me está costando más de lo que demuestro, saber que te puedo perder por un lobo me va a partir más si es que el polvo se puede partir aún más- había hablado lo que me había callado en algún momento, era horrible, me separé de él y me acerqué al marco de la puerta volviendo a tomar una postura seria y como si nada interesara.

Lo observé de nuevo, había más calma en mí por que lo había abrazado con las fuerzas que en verdad quería, aunque sin derramar las lágrimas y recibir aquellas palabras que necesitaba, de sus labios cerrando los míos para que ya no dijera nada que nos hiciera daño -Tus cosas pueden estar aquí el tiempo que requieras, no llevo ninguna prisa, no me voy a deshacer de ellas, son tuyas, no mías, tú sabrás que harás con ellas, por el momento sí las puedo cuidar- "al menos así podré creer que sigues aquí" -Sólo digo que no tengo derecho a no pedir nada... pero tú mejor que nadie me conoce y sabes que pocas veces cumplo con lo que digo a menos que sea una promesa y no he prometido nada... cuando... cuando vengas por tu ropa... me... me...- rodé los ojos para no llorar, ahora sí que querían salir y resoplé -Son trances que todavía me quedan, la niña se niega a morir...- sonreí de manera torcida -¿Me podría quedar con una de tus camisas?- vaya que la idiota niña se negaba a morir.

"¿Te puedes quedar aquí conmigo, a mi lado... siempre" nunca me negaba nada, la idea en un momento me pareció buena, pero después no... sabía que no iba a poder soportar verlo y no poder dormir en sus brazos, no probar sus labios, no poder decirle cuanto lo amo, sería una agonía mucho mayor, verlo en cuerpo pero nada más, no podría vivir así, no podría tenerlo y saberlo perdido.

Miles de preguntas volaban en mi cabeza, no sabía darles respuesta y todas me lastimaban, todas me mataban un poquito más, todas me iban terminando, todas acababan conmigo "¿Cuándo fue que te perdí?" "¿Porqué no podemos estar juntos aunque lo deseamos?" "¿Hice algo mal?" "¿Porqué no reconocemos que no queremos esta separación?" "¿No fui lo suficiente para ti?" con cada uno las lágrimas se juntaban más en mis ojos aunque al parpadear las eliminaba sin dejarlas salir, no me atrevía a preguntarle ¿porqué?, si yo tenía razón... él se había ido después de nuestra boda ¿Sino la quería porqué lo hizo? me dio felicidad un día para matarme la eternidad entera, quizá sólo había esperado que yo me cansara de todo esto para que fuera yo la que pidiera el divorcio, que yo terminara con esto.

Respiré más profundo aún, realmente cada vez me costaba más tragarme mis propias lágrimas, cada vez me estaba doliendo más, al punto de querer salir corriendo, o dormirme y no pensar en nada, pero nada de esto iba a ayudar, sólo lo perdía más y más, cada paso lo alejaba más de mí, "nuestro milenio de amor" no había durado más de tres meses... "nuestra eternidad juntos" habían sido tres... tres malditos meses, negué con la cabeza, aún no creía que aunque lo siguiera amando se iría de mi lado y que quizá en algún momento encontraría a alguien... eso me dolió aún más, él ya había salido adelante en ocasiones de relaciones fallidas y yo... ¿podría? no lo sabía.

Al parecer sentía cada vez más frío mientras los segundos pasaban y me avisaban a gritos que se iría -Entonces caza... nada puedo hacer con eso, al fin y al cabo en unos cuantos días ni tú tendrás obligaciones conmigo... ni yo contigo, así que... no importa lo que yo pida o suplique- encogí los hombros, nada importaba realmente a estas alturas, todo se estaba yendo a pedazos y no hacíamos nada por detenerlo, al contrario, parecía que nos esforzábamos por terminar con todo, por no dejar nada sano.

Le sonreí aunque de verdad no quería, no tenía ganas, no podía, era lo peor que me podía estar sucediendo y yo... sonreía -Gracias, sólo una... nada más- siempre me había gustado usar una camisa suya y moría de risa cada que me las ponía, pues parecían batas, pero no importaba... tenían su aroma, eran de él y ahora suponía que al ponérmela o incluso sólo al verla la llenaría de lágrimas.

No podíamos aplazar más esto, serían las últimas palabras que cruzaríamos como "marido y mujer", se estaba alejando y yo no me pude quedar callada -¿Sabes? en este preciso momento me arrepiento de haber dejado que mi hermano se fuera, de alejar a mi hermanito, de perderlo, me arrepiento de haberlo sacado de mi vida, porque era el único que realmente estaba ahí siempre, porque era el único que no me dejaba, es el único que nunca me dio la espalda hiciera o dijera lo que fuera, estaba ahí para animarme cuando lo necesitaba, para brindarme un abrazo, detrás de todas esas molestas actitudes siempre me demostró su cariño y yo... yo dejé que se fuera por un sueño estúpido y ahora... ahora me arrepiento, nunca debí dejarlo ir, él... él me quería y siempre estaba ahí... ahí para mí...- negué con la cabeza por querer algo más habíamos terminado lejos, por querer unir lo que está separado por naturaleza, por todos lados ahora estábamos así -Mi hermanito, nunca... nunca me habría dejado... debí quedarme con él y no formar castillos en el aire, así... así no me quedaría sin nada... como ahora...- suspiré y dí media vuelta para entrar al penthouse, para poder llorar de una vez lo que no había llorado.

Entro al penthouse cuando escucho las puertas del elevador y al voltear las puertas se han cerrado, se ha y parece que esa es la señal para que sin decir absolutamente nada más las lágrimas empiecen a rodar por mis ojos, azoté la puerta y me recargué en la pared dejándome caer en el piso mientras las lágrimas seguían saliendo y nada podía hacer por contenerlas, nada podía hacer por callarlas -Te perdí, te perdí, ahora si ya todo terminó- llevé las manos a mi rostro tratando de contenerme pero no podía seguía llorando desconsolada, era normal la persona que más amaba en este mundo ahora ya no estaba a mi lado, que otra cosa más podía pasar sino ponerme a llorar.

Me fui hasta la recámara y busqué su camisa, me acosté y la abracé como si fuera un oso de peluche, seguía llorando, no podía controlarlo, la camisa estaba empapada, parecía que estas lágrimas no iban a ceder las había guardado demasiado tiempo y había demasiado sentimiento en ellas, necesitaba un abrazo, un consuelo, necesitaba algo y estaba sola, de pronto el espacio me pareció enorme, aquella casa parecía que crecía mientras pasaban los segundos y las paredes en algún momento me iban a caer encima, después de algunas horas de llorar me quedé profundamente dormida, cansada de llorar, con los ojos completamente cansados e hinchados, podría jurar que las lágrimas se me habían acabado en ese momento.

Mientras dormía soñé con aquél último día de felicidad:

Joseph Romanus escribió:

Clarisse, me entrego a ti este día, para compartir mi eternidad contigo.
Puedes confiar en mi amor, porque es real.
Prometo serte un esposo fiel y apoyarte en tus esperanzas, sueños y metas.
Cuando caigas, te levantaré, cuando llores te confortaré, cuando rías compartiré contigo tu gozo.
Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo desde este momento hasta la eternidad.

Ese había sido mi mejor momento, un momento lleno de sueños y de alegrías, de esperanzas, de ilusiones, de felicidad que... me desperté y de nuevo las lágrimas corrieron por mi rostro, ¿dónde estaba ahora para confortarme cuando estaba llorando? era patético ver como sus promesas se habían esfumado después de unos meses, suspiré y me levanté de la cama, fui al baño a darme una ducha y cuando salí me puse un pantalón de pijama y una de sus camisas encima, me senté en medio de la cama abrazando una almohada, no quería saber como me veía en ese preciso instante.

Encendí el estereo y puse una canción mientras las lágrimas seguían cayendo, parecía que nunca se acabarían y en algún momento tendría que ir al hospital por deshidratación o que sé yo -El alma nos juntó con solo un beso de testigo, cada latido prometió que ibas a estar siempre conmigo, hoy todo cambió, es que has seguido otro camino, pero mi vida se quedó todas en tus labios, toda contigo... te dice un corazón desesperado que regreses a mi lado, que la vida sin tu amor no ha sido igual, te pido con el alma que recuerdes que juraste no perderme, prometimos que no acabaría jamás que mañana es para siempre... dentro de mi piel sigue la ausencia de tus manos sigo tratando de entender por que el destino quiso engañarnos...- estaba mal y algo así sólo me podía pasar a mí... encontrar esa canción justamente cuando no la necesitaba y lo peor era que me la sabía.

Me sentía sola, completamente sola y no había nada que hacer, tomé el teléfono y estuve jugando con él, dudé un par de ocasiones para ver a quien marcarle, papás, Morten, Anthony... todos lo querrían matar... Ness... ella me escucharía, era mi amiga y siempre me escuchaba, era tarde sólo esperaba que la dejaran salir de su casa, llamé a su celular -¿Amiga? perdona que te moleste, necesito hablar con alguien... tú... tú ¿podrías venir a la casa?- me abracé los brazos esperando su respuesta -Sino puedes lo entenderé, no te preocupes, no es nada del otro mundo, cualquier cosa- intenté sonreír aún sola pero no me salió.

Colgué el teléfono y me quedé llorando como había hecho desde que se había ido, era tan deprimente, tan terriblemente doloroso lo que me estaba sucediendo, en verdad me habían quitado la vida, parecía que todo carecía de sentido, todo corría pero nada sentía, todo pasaba pero nada veía, todo ocurría pero a nada le prestaba atención, no tenía razón para seguir viviendo, ni siquiera sabía como era que todavía respiraba.

Me dejé caer en la cama mientras veía el techo y las lágrimas seguían corriendo, no paraban, no pararían a menos de que los ojos se me volvieran a cansar y me volviera a vencer el sueño -Vivir no es estar vivo, vivir pa' mí eres tú...- me empezaba a vencer el sueño cuando escuché la puerta, quizá no era, sí, sí era... corrí hacia la puerta y la abrí -Jos...- me insulté -Hola amiga, gracias por venir- la abracé mientras tomaba la caja de kleneex y la comida con una mano, puse el tupper en la mesa y la caja la tomé en mi mano -Lamento este aspecto es que... bueno no interesa ¿cómo estás?- trataba de dejar de llorar mientras ponía un poco de música de fondo -Lamento haberte llamado a esta hora amiga, en verdad pero es que no quería estar sola, esta casa cada vez se hace más grande a mi alrededor y ya sin él nada me interesa... lo perdí... se fue definitivamente, en un par de días tendré el acta de divorcio en mis manos- volví a llorar inconsolable mientras tomaba asiento en el sofá y subía las piernas.

Tomé los kleneex y secaba mis ojos pero poco duraban secos, las lágrimas volvían y con más fuerza, me debía ver patética llorándole, pero no me importaba, la verdad lo amaba más de lo que nadie se pudiera imaginar, nadie lo sabía, nadie tenía idea de cuán importante era él para mí, sabía que si lo supiera feliz me dolería pero intentaría sonreírle para verlo feliz -No importa amiga, mira él se fue, no me puede negar nada y la idea fue mía yo... no importa, me pasará, estaré mejor, quizá cuando esté en Portugal pueda estar mejor o quizá no, pero no importa, nada importa, ¿daño? ya me está haciendo daño, no hay nada más dañino que no poder estar entre sus brazos en este mismo momento- negué muchas veces con la cabeza, todo se podría arreglar con una llamada, con un "no me dejes, no te vayas, te necesito" pero... pero no lo decía, era así no podía decirlo.

Su ausencia me había lastimado, ver rotos mis sueños y desechas mis esperanzas por la persona que más se ama en la vida era doloroso, pero no sabía que tan doloroso era perderlo, nada se comparaba, una era estar ausente y otra no volver a regresar, suspiré -Amiga lo perdí y eso no cambiará, no cambiará por que a él no le importó, porque prefiere darme "gusto" que decirme no, porque nunca me atreví a preguntarle por que se alejó de mí, porque no pude preguntar si ya no me ama, porque no sé que hice mal y no lo pregunto- lloré de nuevo, en un momento mis ojos no existirían y verdes no se verían -No sé que decirle ni que hacer para que vuelva, para recuperarlo y no sé si estemos a tiempo, si él se fue quizá sea lo que el quiera- la idea de que sólo estaba esperando que yo lo pidiera seguía rondando en mi cabeza.