Buscando a aquella persona

Me condujo a lo que era la terraza. Estaba la comida, velas, y todo... como si lo hubiera planeado.
- ¿en qué momento hiciste eso? - ella levantó los brazos y me miró con una inocencia que en ese momento no le creí.
Saqué la silla para que se sentara, una vez que se acomodó, me senté yo.
- Eres muy extraña - dije sonriendole - y estas llena de sorpresas. - En ese momento me dirigió una mirada extraña, no podía describirla, tal vez parte de la luz de la luna se estaba reflejando en ellos.

Sonreí agradeciendo sus palabras. Pero había algo, como si lo que ella me dijera fuera lo que escuché hace años ya, en otros labios, con otra voz.
- No tienes nada que agradecer - bajé la mirada - en verdad que todo fue como dado, todas las cosas empezaron a suceder, no es que yo las haya querido provocar. Además, estoy seguro que de ahora en adelante... - levanté la vista mirandola a los ojos, tomé la copa que estaba frente de mi - Rachel asecas, seremos buenos amigos - la levanté esperando a que la chocara conmigo.

Me encantó la actitud que había tomado Rachel, chocamos copas... y miré la comida... todo estaba riquísimo. No comí, tragué, llevaba al menos un día sin comer decentemente, y todo lo que puso en la mesa me pareció de lo más delicioso.
Cuando casi terminaba un plato entero de comida, me percaté de que Rachel apenas había tocado el suyo, me miraba entre sorprendida y riendose.
Me aclaré la garganta
- Lo siento, es que... estaba delicioso - aunque ya moría de la verguenza, qué iba a pensar ella de mi

Gritó. De verdad había gritado a todos que era geníal, sensacional y que todos la amaban. Eso era un alto autoestima. Después me retó a mi a que lo hiciera, pero yo le negué con la cabeza.
- No gracias, no necesito gritarle al mundo que me ama... - ella levantó una ceja - el mundo lo sabe, no necesito recordarselos - Rachel se rio y yo también, eso había sido mi acto de "modestía" más grande desde hace algún tiempo. Pero ella me insistió. - ¿y qué grito? no tengo qué gritar...
Me pidió que inventara algo, que fuera para desestresarme... estres. Estres.
Cerré los ojos fuerte, como si no quisiera ver que toda la gente era hormigas desde donde estábamos. No tenía ganas de nada, tenía ganas de todo... ¿qué demonios iba a gritar?
- ¡¡BRIDGEEEET!! - grité con ganas, con las fuerzas que había querido gritar en muchos meses... con el dolor que aun sentía dentro de mi.

No pude controlarme. Grité el nombre de Bridget, era lo único que nacía del alma. Me recargué en el barandal, mirando la nada, sintiendo de nuevo el vacio. Desahogado. Tenía ganas de gritarle más, de gritarle a aquel que se dio la libertad de llevarsela, de...
Rachel me abrazó, queriendo consolar de algún modo... a pesar de no saber quien era ella, ni porqué le gritaba, ni nada. Entonces sentí una gran necesidad, ocultar el vacio, llenar algo que no sabía donde estaba...
La abracé, era un abrazo diferente, no era Bridget, por fin estaba abrazando a alguien y sabía que no era mi hermana.
Era otro olor, era otro sentimiento, era... - una lágrima recorrió mi rostro - era la despedida a mi querida hermana.
- Gracias - dije a Rachel aun sin soltarla.
Cerré los ojos.

Los dos estabamos abrazados, unidos por un dolor que tampoco entendía en ella, pero que se notaba, también sufría. ra como si de pronto hubiera dejado atras su capa protectora que siempre me quiso mostrar, y fuera... sólo una chica que sufría, como todos.
Respiré fuerte, estar rodeado de un calor más tenue me había hecho olvidar un poco de ese dolor. Era una cura para una parte de mi alma.
Me separé de ella y le di un beso en la mejilla. Ella se tomó el rostro sonriendo.
Ella era tan bella.
Se me ocurrió una idea, la tomé de la mano y la llevé al barandal.
- Hoy ha sido un magnífico día!! - grité fuerte, y cuando volteé miré que Rachel estaba un poco roja - ¿estas enferma?

Sonreí y la sujeté de la cintura.
- Muy bien, entonces, que nos cante la luna - y como si fuera un vals silencioso comenzamos a bailar moviendo nuestros pies a un ritmo que no existía, más que en nuestras cabezas.
Ella recargó su cabeza en mi pecho (no alcanzaba mi hombro) y seguimos así un largo rato, moviendonos, bailando. Entonces sin saber por qué, una canción llegó a mi cabeza, era como el soundtrack de mi vida que se había puesto en una vieja canción francesa...
La comencé a tararear...

Seguimos moviendonos al ritmo de una pieza que entre los dos empezamos a cantar, que siguió en un tarareo de ambos. Era una escena que apuesto había visto alguna vez en una película romantica, pero que jamás habíamos disfrutado de esa manera.
Su calor en mi hombro, me hizo que de pronto recargara mi barbilla en su cabeza, sin lastimarla. De pronto los dos nos quedamos en silencio, aun moviendonos. Miré la luna, y aunque no quise, me pregunté la hora...
Era hora de irme...

Ella me miró, y yo le sonreí.
- Creo que es hora de que las princesas duerman... - ella hizo una mueca - vamos, ya es tarde, y hoy... ha sido un día largo - No pude negar ver la tristeza en su rostro, le volvi a sonreir y le di un beso en la frente. - gracias por este día tan largo... confuso, pero divertido.
La abracé fuertemente y los dos nos separamos.

Apenas le iba a decir cómo fue que la encontré cuando me puso una esclava en la muñeca... con una dirección, esa dirección. Miré detenidamente la esclava.
- Oye, tengo una duda... - ella me preguntó cual era - ¿por que sueles escribir las direcciones en tu joyería?
Rachel me miró dudosa, e iba a explicarme cuando le dije que me esperara. Fui al cuarto donde me cambié y de mi mochila saqué el dije que me trajo a ese lugar.
Regresé y ella seguía de pie esperandome.
- Creo que esto es tuyo... - le mostré el dije - ¿y sabes? no es muy bueno eso de escribir direcciones en donde sea... capaz que lo encuentra un ladrón y... bueno, si lo encontrara un ladrón ya lo hubiera empeñado... como sea, deja te pongo esto... - me puse a espaldas de ella y se lo puse alfrente, ella recogió su cabello y lo abroché - listo - dejó caer su cabello y su aroma volvió a mi. Volteó - sí, definitivamente te queda mejor que a mi...

Sonreí ante su gesto. Y la verdad es que esa escalava se veía muy fina, sólo que no me gustaba que significara mucho para ella y que me la diera a mi, empero cuando intenté devolverla me lo impidió.
- Yo... no tengo nada que darte - busqué en mi mochila algo... pero era verdad que no tenía nada. Vì el dije de mi hermana y me cruzó por la cabeza darselo. Pero no, aun me sentía muy egoista con eso. - perdoname
Rachel sonrió, me dijo que no necesitaba nada. Suspiré triste, me hubiera gustado darle algo.

Bajé la mirada, de acuerdo, no me quería ir, pero tampoco me iba a quedar. Llegamos tan lento a la puerta que, apenas me acordé de mi ropa para hacer tiempo... pero igual llegamos al mismo lugar.
- Bueno Rachel... gracias por todo - ella asintió - fue un honor ser... tu heroe hoy - ella levantó los hombros - bueno, adios, yo, te regresaré la ropa después...
Rachel me dijo que no me preocupara por ello, que me la regalaba... era imposible pelear con ella.
- Este... Adios - le di un beso en la mejilla mientras abria la puerta tras de mi... - y gracias de nuevo - apenas pude ver como volvía a mover la cabeza antes de cerrar la puerta.
Ya estaba en el pasillo.
Bueno, eso había sido todo Keane pensé y llamé al elevador. Eso era todo...
Escuché la campanita anunciando que el elevador iba a donde yo estaba. Miré la puerta, luego al elevador... otra vez la puerta.
- Al carajo - me dije a mi mismo - una vez más y ya... - me dije antes de ir a la puerta de Rachel, tocar y que ella me recibiera de nuevo. Pero antes de un hola, fui a ella y la besé.
No era un beso a un chico confundido, no era un beso robado, y si, pero ese beso fue extraño, en parte agradecimiento, y en parte por que de verdad quería hacerlo... por que si me iba a despedir, iba a ser como Dios mandaba.
Algo que aprendí de mi pérdida fue eso. Haz lo que tengas que hacer... pero hazlo y jamás quedarse con las ganas.
Una vez que separamos nuestros labios y pude apreciar como tenía aun los ojos cerrados, le di un leve roce cerca de su boca.
- Nos vemos después, Rachel
Justo en ese momento se abrió la puerta del elevador. Le di otro ligero beso en la mejilla y me fui a alcanzarlo. Ella aun no sabía exactamente qué había pasado cuando había pasado... pero yo.
Me recargué en la pared del elevador.
Yo estaba seguro que nos volveríamos a ver esa chica y yo.